Resulta que en Copenhague es frecuente encontrar latas de conservas sin
abrefácil, ya ves tú, en el país del Estado del Bienestar. Lo bueno es que así
el otro día me hice con una anécdota bastante graciosa. Estábamos cuatro chicas
preparando una pizza y justo cuando nos disponíamos a abrir la lata del tomate
triturado llegó Richard, un chico australiano. Una de las chicas, la alemana,
le recibió con mucho cariño: “Menos mal que llegas, necesitamos un hombre
fuerte que abra esta lata” y para demostrarle su amor le hizo entrega de la
lata y del abrelatas. El chico la miró consternado, luego miró la lata y luego
el abrelatas. A continuación tomó aire, murmuró algo e intentó agujerear el
metal con el filo del abrelatas… ¡pero sin hacer palanca, tan sólo cargando
todo su peso sobre el mismo! Yo intenté explicarle cómo hacerlo, pero él estaba
tan concentrado que no me hacía caso, así que la situación era bastante cómica:
él forcejeando con el abrelatas, yo intentando hacerme escuchar, la lata
intacta, las pizzas esperando, el horno caliente, las demás chicas cortando
champiñones, rallando queso, bebiendo vino y completamente ajenas al
sufrimiento de Richard. Al final conseguí explicarle el pequeño detalle de la
palanca y le hice una demostración: la tapa cedió como si fuera mantequilla.
Pero era a él a quien habían encomendado la misión y enseguida me arrebató el
abrelatas y volvió a forcejear con él un buen rato hasta que consiguió hacer un
corte en el metal, y luego otro, y otro, hasta que pudo entregarle la lata abierta
a la encargada de poner el tomate en la pizza. No lo critico, sólo la práctica
hace al maestro.
Pero al cabo de un rato hubo que abrir la otra lata. La alemana, abrelatas
en mano, gritó: “¡¡Richard!! ¡¡Necesitamos otra vez de tu fuerza!!” y dirigiéndose
a mí: “Menos mal que hay un hombre, que si no…”
Sala de terapias, cinco mujeres y un hombre (pacientes y familiares a parte). Entra una abeja de un tamaño considerable y el chico coge una toalla y envalentonado se pone a darle "toallazos" a la abeja, la tira al suelo e intenta pisarla descalzo, a través de la toalla. Llega una de las chicas con un zapato en la mano y la aplasta de un "zapatazo".
ResponderEliminarComentario número uno (del chaval): "¡Claro, ahora que yo la he atontado te atreves a venir a matarla!"
Comentario número dos (de otra compi): "Tiene que haber un chico siempre para estas cosas"
Comentario en mi cabeza: "Pobre abeja, lo que ha tenido que pasar para que aquí el macho alfa controle SU territorio"
Y es que siempre hay un hombre en la sala (ya sabes, para estas cosas)
Anónima
Macho alfa!! :-D
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