jueves, 29 de diciembre de 2011

Escobas


Una peluquería en Madrid. Mientras espero mi turno hojeando una revista entran una mujer y una niña de unos siete años, que saludan efusivamente al peluquero. Al rato, la niña coge una escoba y se pone a barrer los pelos que hay por el suelo, a lo que la mujer comenta, medio en broma: “¡Jose, como entre un inspector te va a meter un puro por utilizar trabajo infantil!”. El comentario de la niña me deja helada:
“Si no estoy trabajando, ¡sólo estoy barriendo!”

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Entrevista a Carmen París y Melissa Aldana


Epheminity. Ejazz con jota es el link de la entrevista que hice a Carmen París y Melissa Aldana para el Womex 2011.

“En la música aún hoy en día está muy potenciado el papel de la mujer como intérprete, únicamente, sobre todo como cantante, y se promociona muy poco a mujeres compositoras, instrumentistas, arreglistas, letristas… [Epheminity] es un poco potenciar el papel de la mujer en la música, no sólo como intérprete, sino también como creadora y como música que propone.”
Carmen París

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Up! Una distracción de altura


Up! es una película con dos Oscars, dos Globos de Oro y dos premios BAFTA. El caso es que los primeros 15 minutos están muy bien, y ponen el listón muy alto para lo que luego será el desarrollo de la película, que no es más que una decepción inmensa. Al principio la historia tiene cierta originalidad, los personajes son entrañables y las escenas son divertidas y emotivas; me encanta cuando una película es capaz de hacerme llorar y reír alternativamente. Sin embargo, aparte de la enorme decepción, lo que más me ha molestado ha sido la trampa de “la distracción”. Me explico: se crea un escenario en el que hombres y mujeres son iguales, se aman, comparten el trabajo (dentro y fuera de casa) y son felices, para luego narrar una historia en la que las mujeres son borradas de un plumazo, a excepción de mamá pájara, que tiene que ser rescatada porque está desvalida, perseguida y acorralada. Pero claro, si la historia está ambientada en el país de la igualdad, el hecho de que en la aventura sólo aparezcan personajes masculinos es circunstancial. La trampa, lo que viene a decir, es que son hombres, pero podían haber sido mujeres.

Spoiler

Durante los primeros 15 minutos nos presentan dos personajes, un niño y una niña, a quienes les encantan las aventuras: ella, muy intrépida y resuelta, y él, torpe, callado y encantador. Ambos entrañables. Cuando crecen se casan y las imágenes de los recién casados construyendo su casa no pueden por menos que arrancarnos una sonrisa, sobre todo cuando ella se remanga el vestido de novia para serrar unos tablones. A continuación se cuenta la historia de la feliz pareja viviendo una vida feliz: comparten las tareas del hogar, trabajan juntos fuera de casa en el negocio de ambos, salen de picnic, los dos contribuyen por igual ahorrando para ese viaje a América del Sur que se han prometido y vuelven a salir de picnic. Así, pasan los años, se hacen ancianos, y ella muere.
         Bien, ahora que hemos construido el país de las gominolas en el que los roles de género han desaparecido y las mujeres y los hombres son iguales, vayamos a lo verdaderamente importante.
         La verdadera historia de Up! narra las aventuras de un hombre anciano, un niño y un perro, que salvan a mamá pájara y sus hijitos del malO malísimO y sus secuaces, una jauría de perros. Al final, el niño es condecorado en una celebración de boy-scouts donde otros niños y sus papás participan. Y esta  historia ya nos la sabemos porque no es nueva, ni original, ni sorprendente. Es más de lo mismo. Pero, ¿realmente podía esperarse algo más de una película Disney?

Nota: Disney compró Pixar en el 2006
Noticia: "Pixar ha optado por hacer caso a algunas voces críticas y adoptará a personajes femeninos como protagonistas de sus dos próximas cintas animadas" y ¿¿a que no sabéis quién será la nueva heroína?? No lo adivinaríais en la vida... ¡una princesa! Eso sí, supuestamente es la anti-princesa. Ya veremos.
http://www.elmundo.es/america/2011/12/08/estados_unidos/1323324196.html

sábado, 10 de diciembre de 2011

Un Peludo Día Cualquiera


Era verano, pleno Agosto en Madrid. Un día cualquiera en que te has quedado dormida y tienes que salir pitando para llegar al trabajo. En el momento de elegir la ropa, rápidamente pensé en ponerme ese vestido fino y fresco para aguantar los 40 grados de la calle; pero al ir a cogerlo recordé que tenía demasiados pelos para llevarlo. Así que tuve que cambiar de opción, coger unos vaqueros y salir corriendo. 

En el primer descanso en el trabajo, ya empecé a sufrir las consecuencias. Fumando un cigarro al sol, comencé a sentir la pesadez de los vaqueros y mis pelos. Empecé a sudar y a sentirme sucia, y ya no pude estar cómoda ni cuando volví a entrar. Pero bueno, aguanté toda la mañana como pude, terminó la jornada y me arrastré con mis piernas cementadas hasta el coche. 

Justo ese día, tenía que ir al médico por una tendinitis que no cesaba. Una vez en la consulta, me di cuenta de que me había tocado un doctor joven y motivado (qué suerte pensé). En lugar de quedarse sentado y mirar el historial, decidió que debía medirme las piernas. ¡Qué horror pensé! Pero claro, es médico, tampoco íba a decirle que no porque estauviera sin depilar... 

A ver cómo me despegaba los vaqueros, eso para empezar. En fin, no quedaba otra que exponer la maleza de mis piernas ante la mirada del joven  doctor. Así que allí estoy, tumbada boca arriba en la camilla, piernas desnudas y pelos apuntando a los ojos del tipo. Me sentía más desnuda que nunca, el peso y el abrigo de los pelos me hacían sentirme totalmente desprotegida. Sentía que alguien estaba violando mi intimidad, porque me estaba mirando los pelos, y yo no podía hacer nada. Y además, ¿qué pensará él? Una chica joven, delgadita, y ¡mira lo que tiene debajo! Seguro que le está dando asco tocarme, me tiene que tocar los pies y las piernas peludas y yo no he hecho mi parte, la simple tarea de haber estado depilada. 

Con un poco de ansiedad esperaba el momento en que todo acabase. Me sentí bastante aliviada cuando pude vestirme, pero todavía tenía que sentarme, mirarle a la cara y analizar los resultados médicos. Y no era tan sencillo, ya había visto lo que había debajo de mis pantalones así que en cuanto tuve ocasión le di las gracias y, avergonzada y aliviada, me marché corriendo. Ya pasó pensé. 

Y me monté de nuevo en el coche, había quedado con mi novio en su casa. Le conté la anécdota del doctor y los pelos, nos reímos y seguimos a otra osa. Pasado un rato, empezamos a besarnos y nos fuimos  a la cama. (Ya llevaba un tiempo saliendo con él, así que no era tan importante no haberme depilado). Como siempre que tengo pelos, no me sentía del todo libre, no podía sentirme sensual ni liberada, así que lo mejor era tener sexo “soso”, sin que hubiera tiempo para la distancia corporal y las miradas. 

Pero, esta vez había dejado crecer demasiado algunos pelos. Cuando intentó practicarme sexo oral, ¡me negué en rotundo! ¡Con los pelos que tenía ahí abajo! Casi se podían hacer trenzas con ellos…”No, no quita, que tengo muchos pelos”, le dije. “Me da igual, me gusta”, me contestó. Y en mi cabeza, tranquila, hay confianza y no pasa nada, pero no podía; me sentía desnuda sin querer estarlo, me sentía violada, como en la consulta. Eso de ahí abajo estaba tan feo que no era el momento, no podía dejarme llevar y disfrutar como si tal cosa;  no lo había puesto en condiciones para ello.  Al final no pude evitarlo y le aparté la cabeza bruscamente. 

El día ya estaba acabando, pero mientras cenábamos nos llamó un amigo para invitarnos a su piscina al día siguiente. Y yo que pensaba quedarme a dormir en casa de mi novio, ahora tenía que irme a mi casa, o conseguir una cuchilla, pero no podría ir como estaba.  

jueves, 1 de diciembre de 2011

Cisne Negro: el mito de la mujer perfecta


Contiene spoilers (es decir: ¡cuento el final de la peli!)

El otro día vi Cisne Negro, la película protagonizada por Natalie Portman. Me decepcionó enormemente. A pesar de que supera el test de Bechdel (la protagonista es una mujer cuya existencia no gira en torno a los hombres), a lo largo de la historia se reproduce el estereotipo patriarcal de “la mujer perfecta”. En el cine, en las novelas y en los anuncios hay muchas variantes de este estereotipo, desde la mujer que es perfecta hasta la que sufre porque sabe que no lo es pero aspira a serlo. En el caso de Nina, la protagonista de Cisne Negro, se trata de una bailarina obsesionada por alcanzar la perfección. Para lograrlo, sufre mucho, se sacrifica mucho, pierde el contacto con la realidad y al final muere; y por supuesto tanto sacrificio y sufrimiento merecen la pena porque la perfección es la experiencia más sublime, maravillosa y extraordinaria a la que aspirar. No hay más que verlo en la expresión de gozo y felicidad de la protagonista cuando, agonizante, dice: “Perfect. I was perfect”.
Este “antes muerta que imperfecta” va de la mano del tan familiar “antes muerta que sin ti”. Y yo ya estoy harta de tanta mujer sufrida y trágica: por favor, otros modelos para nuestras niñas y adolescentes, otras historias con las que poder identificarnos las mujeres de hoy en día. Si repasamos el panorama cinematográfico, y considerando la fuerza y el poder de un medio de comunicación tan potente como el cine, entenderemos por qué todavía hoy las niñas quieren ser princesas (no, no lo llevan escrito en los genes), por qué en muchos institutos las adolescentes se sienten orgullosas de que sus novios las controlen, o  por qué las mujeres en general sufrimos tanto en nuestra aspiración de querer hacerlo todo bien después de habernos tragado el mito de la “super woman”.
He pensado que sería útil, para entender este asunto de los estereotipos en el cine, comparar Cisne Negro con otras películas que propongan modelos alternativos. Creo que Billy Elliot (por el tema de la danza) y Alicia de Tim Burton (porque la protagonista es femenina) pueden ser buenos ejemplos.
Billy Elliot es un niño que quiere dedicarse a la danza pero tiene un problema: que es un niño. A lo largo de la película tiene que enfrentarse a toda la presión de los estereotipos patriarcales que afirman que bailar es cosa de niñas o de maricas. Pero Billy es un niño fiel a sí mismo, que sabe lo que quiere, lo persigue (no es fácil, también tiene que esforzarse y lo pasa mal, claro) y al final lo consigue y es feliz. He aquí otro modelo, un modelo alternativo, un espejo diferente en el que los niños pueden mirarse.
Por otro lado, la Alicia de Tim Burton propone un modelo alternativo para las niñas. No hay muchas heroínas en el cine tan activas, tan resueltas, tan lanzadas y valientes como Alicia (y muchas veces, cuando aparecen mujeres como éstas, son “las malas”). Este otro modelo sugiere a las niñas, después de tantas sirenitas, bellas, pretty womans y chicas Bond, que ellas también pueden ponerse la armadura y luchar contra el dragón. Aunque no creo que las mujeres vayamos a alcanzar la igualdad vistiéndonos con los estereotipos masculinos tradicionales, creo que historias como ésta son un paso.
Aunque hay muchas otras películas que rompen con los estereotipos tradicionales, como por ejemplo Pequeña Miss Sunshine, Te doy mis ojos, La vida sin mí, Kill Bill, Libertarias, Ágora o Volver, por desgracia todavía predominan los protagonistas masculinos y las reproducciones de estereotipos de género. En este sentido, la saga Crepúsculo es uno de los ejemplos más notables, sobre todo por la enorme influencia que está teniendo en las adolescentes.
Para terminar, le propongo a Darren Aronofsky, el director de Cisne Negro, que haga Cisne Negro 2. En esta nueva entrega se narrarían las aventuras de Lily, la bailarina suplente de Nina cuyos movimientos no son precisos pero que se deja llevar y se emociona cuando baila. Lily sale por las noches y se divierte sin preocuparse demasiado por los ensayos del día siguiente porque sabe disfrutar el presente. Además, folla con quien quiere. Es muy mala, pero ¿quién dijo que el Cisne Negro fuera bueno?