domingo, 28 de octubre de 2012

Lentejas con chorizo

El otro día hice lentejas con chorizo. Me costó encontrar las lentejas: primero busqué en el Inn, luego en el Bonus y, por último, a punto de tirar la toalla, las encontré en el FK (léase “efco”). Digo, a punto de tirar la toalla porque esos son los tres supermercados que hay en Kláksvik. Eso sí, lentejas de primera calidad, orgánicas para más detalles: 6 euros el kilo. 

Normalmente me gusta seguir las recetas de mi madre, pero en este caso utilicé una receta de lentejas que encontré aquí y que me suele salir bastante bien, sobre todo si utilizo el chorizo que mi abuela me mete en la maleta cada vez que voy de visita a Madrid, y que da lugar a conversaciones telefónicas como ésta:

- ¿Ya te has comido todo el jamón y el chorizo que te dí?
- No, todavía me queda algo.
- Bah, entonces poco comes.
- Abuela, me diste dos kilos.
- ¿Y aún no se te ha acabado? Poco comes.

El caso es que hice unas lentejas que no me quedaron mal del todo me quedaron deliciosas, pero no fue fácil. Y no me refiero a ese día en concreto, sino a todos los años transcurridos desde que empecé a darme cuenta de que si quería comer decentemente tenía que ponerme las pilas. Todo empezó cuando terminé el instituto e hice las maletas para ir a Londres a pasar el verano trabajando en una conocida cadena de comida rápida. Comí innumerables sandwiches de tuna mayo y wraps procedentes de las cocinas de esta conocida cadena, y cantidades ingentes de nuddles y huevos fritos procedentes de mi imaginación culinaria de entonces. Luego volví a Madrid, compré un cuaderno y fui a mi madre y le dije: avísame cuando vayas a hacer la cena que quiero aprender a cocinar. No sé si aprendí mucho o poco inglés ese verano, pero desde luego aprendí algo que, por evidente, parece que no hace falta ni comentar: la comida no llega sola a la mesa, ni a la nevera, ni se cocina sola. Esto, pese a que pueda parecer evidente, es uno de los pequeños detalles que el sistema patriarcal de enseñanza tiende a pasar por alto. Yo estudié, en el colegio y en el instituto, cosas como lengua, matemáticas, biología, historia, geografía, literatura, inglés. Y luego llegué a Londres y fui capaz de chapurrear algo de inglés y de cocinar nuddles. Gracias EGB, gracias ESO, os debo un plado de fideos chinos al curry.

Con esta anécdota lo que quiero sacar a relucir es el tema del trabajo y los cuidados, qué se considera trabajo, qué trabajos confieren estatus y cómo el trabajo doméstico sigue relegado al ámbito de lo estrictamente privado, cuando la realidad es que todas (las personas) necesitamos alimentarnos. “Bueno, pues que te enseñe tu madre” o “búscate las recetas en internet” podréis decirme. Sí, claro, eso también. Pero el hecho de que no se enseñen en las escuelas nociones básicas de nutrición ni de cocina tiene un significado para mí muy claro: la cocina pertenece al hogar, mientras que las cosas realmente importantes se aprenden en la escuela. En este sentido, es mucho más importante saberse los autores de la generación del 27 que saber cómo cortar una zanahoria o hacer un sofrito, dónde va a parar. Para mí este hecho es patriarcado en estado puro, “lo doméstico es privado” en su máxima expresión. Sin embargo, lo doméstico es, tiene que ser, público y político. En el camino de la igualdad entre mujeres y hombres tiene que salir a la luz la importancia del trabajo doméstico, porque ninguna sociedad puede sostenerse sin él. Hay que empezar a reconocer la importancia que tienen las labores consideradas del hogar, y todas y todos tenemos que aprender a realizarlas. De esta manera también aprendemos a valorar, desde nuestra más tierna infacia, lo que en principio parece que se hace sólo, o que hace mi madre, o que hace la asistenta, o que hacen las cocineras del comedor, o que viene ya preparado por arte de magia en el camión del catering. No digo que todo el mundo tenga que convertirse en chef de alta cocina; por supuesto que también influyen los intereses y la sensibilidad de cada cual: hay a quien le encanta cocinar y simplemente junta lo que hay en la nevera y te hace un plato delicioso, y luego hay quien, como yo, tiene que hacer un esfuerzo y seguir las recetas al pie de la letra para obtener un resultado razonable.

Para terminar, tengo que decir que esto de enseñar cocina en las escuelas no se me ha ocurrido a mí, que más quisiera yo. Se les ocurrió hace años a los gobiernos de los países nórdicos. Como decía en “Asistenta”, incluso en el civilizado norte les queda mucho por andar en el camino de la igualdad, pero algo de ventaja sí que nos llevan. Y es que mis compañeras de piso, una danesa y una islandesa, aprendieron a cocinar en el colegio. Han sido ellas quienes me han enseñado cómo usar adecuadamente un cuchillo cebollero, tanto para cortar más rápido como para evitar cortarme los dedos, entre otras valiosas lecciones.

Por eso fue un gran honor para mí que ellas, que estudiaron cocina en el colegio, repitieran de mis lentejas.

Yeah.

Nota: para quien siga despistadx como estaba yo hasta hace poco, aquí un vídeo tutorial sobre el uso del cuchillo cebollero.

martes, 24 de julio de 2012

Christiania


Nelson. Brasil. 43 años. Ha vivido y trabajado en diferentes ciudades de todo el mundo: Nueva York, Londres, Barcelona, Dublín. Habla con su madre por teléfono de vez en cuando. Ahora está en Copenhague, pero donde mejor lo ha pasado ha sido en Barcelona. Allí conocía a muchos “expats”, muchos, de todos los países del mundo, y jugaba al fútbol en la playa. Eso era lo mejor: el buen tiempo y los deportes.

Ahora vive en una tienda de campaña en un “agujero” de Christiania con un grupo de españoles. También hay italianos, noruegos y polacos. El campamento está formado por varias tiendas de campaña, los restos de dos hogueras delimitadas por círculos de piedras, una de ellas todavía humeante, mesas improvisadas con tablas y restos de palés, lonas atadas a los árboles para proteger el campamento de la lluvia, vasos de plástico, restos de la comida del día anterior, o quizá de la semana anterior, botellas medio llenas y medio vacías, sillas. El “agujero” es uno de los confines de Christiania, un pequeño claro en el bosque delimitado por el canal, la valla y un terraplén, donde los habitantes de Christiania les han dado permiso para acampar. Las tiendas de campaña las consiguieron en Roskilde después del festival, porque cuando la gente vuelve a casa después de una semana de excesos abandona allí las tiendas. Luego los servicios de limpieza las tiran a la basura. Yo pasé por allí cuando el festival había terminado y parecía un vertedero inmenso, sembrado de tiendas de campaña abandonadas y destrozadas. Nelson me contó que vió cómo dos chicos destrozaban su tienda antes de irse para que nadie pudiera usarla. “Era una tienda buena, una tienda de 900 coronas”, me dijo, “y la destrozaron”. Ahora su tienda tiene un agujero en la base, una quemadura de 10 cm de diámetro provocada por una vela olvidada. Antes de conseguir la linterna que tiene ahora usaba velas para alumbrarse por la noche, pero una vez se quedó dormido antes de apagar la vela, que se cayó y quemó la lona de plástico. No ardió todo porque el suelo está muy mojado, y la base de la tienda también, pero desde entonces piensa que debería dormir con un cuchillo bajo la almohada por si se incendia la tienda y tiene que salir. Nelson también me cuenta cómo un día, en el campamento, uno de los chicos llegó con 10 kg de carne. Pensó que la habría comprado porque es un chico con dinero, del PP. Pero el chico dijo que no la había comprado. Tampoco se la habían regalado: la había cogido de la basura de un supermercado y estaba caducada de un día; Nelson no quiso comerla. Tampoco quisieron comer los noruegos, pero porque eran vegetarianos. A continuación Nelson llamó a su madre por teléfono y le contó que los españoles comen carne de la basura, carne caducada de un día, y se rieron juntos.

Nelson también me cuenta que para lavarse utilizan la sauna de Christiania. No es gratis, hay que pagar o colaborar. Él no colabora, él paga. En realidad paga una vez sí y una no, pero en la puerta no le dicen nada porque ya le conocen y saben que es buen pagador. Allí, en la sauna, conoció a Anne, que tiene un cuerpo de diosa. Lo sabe porque la ha visto desnuda y es así cómo se enamoró de ella. También vió su concha, una concha de diosa en un cuerpo de diosa. La sauna de Christiania es mixta, la gente se baña desnuda y desde el día en que Nelson vio a Anne no puede parar de pensar en ella. Le preguntó si quería ser su novia y ella le dijo que no, sin embargo no tiene novio. Y por lo que dicen nadie le ha conocido ninguno. Quizá le gusta mucho follar. O quizá es lesbiana. De hecho, vive en la casa de las tías. “Seis tías solas”, y se ríe. Pero él cree que en la casa de las tías hay un tío que vigila y controla todo. Es uno de los que están con Anne cuando pasamos por su jardín, en el camino de vuelta del campamento. Gracias a mí nos invitan a quedarnos un rato con ellos. “Si hubiera ido yo solo no me habrían invitado, pero tú me has traído suerte”, me dice. Uno de los tíos, el que vigila la casa de las tías, se va y al rato vuelve con una botella de champán. La descorcha y el tapón vuela sobre los árboles y va a caer al canal. Lo sirve en 5 copas altas y estrechas y en una taza blanca. A continuación bebe sin brindar. Según Nelson esa es la prueba de que ha sacado el champán sólo para impresionarnos y para marcar su territorio. Esa es la prueba de que él es el tío que controla la casa de las tías. Anne, con su sudadera negra sin mangas y un mechón de flequillo rubio asomando bajo la capucha, brinda por la vida y le da un trago al champán. Luego le da una calada a un porro que alguien acaba de pasarle. Anne, con esa minifalda y ese culo de diosa, acaba de invitar a Nelson a una fiesta que harán en la casa de las tías el mes que viene. Entonces él se imagina lo que ocurrirá en la fiesta: ella se enfadará con alguien y entrará a la casa dando un portazo; él entrará también y la invitará a un porro. Ella fumará y se reirá. Luego follarán. Aunque parece que ella no está interesada en los hombres, porque él le preguntó si quería ser su novia y ella dijo que no. O quizá es que sólo está interesada en follar y por eso no tiene novio. O quizá es lesbiana, lo cual sería una pena porque al fin y al cabo las lesbianas son mujeres amargadas. Le pregunto que porqué están amargadas y él me dice que porque no pueden tener hijos, evidentemente, y a continuación me cuenta cómo una tía de 19 o 20 años, una lesbiana, le pidió que le hiciera un hijo. Aunque eso a él le da igual, para él es mejor porque normalmente las lesbianas le traen suerte. Pero Anne... Anne es demasiado cachonda. Quizá lo que le pasa es que le gustan las drogas. Si no tiene novio, ni le interesan los hombres, ni es lesbiana... es porque se droga. Eso pasa a veces con las drogas, que hacen que pierdas el interés en todo lo demás.

Hoy es uno de esos raros días de sol en Copenhague. Cuando le pregunto a Nelson si le importa que escriba lo que me cuenta en mi blog me dice que no, y luego se queda pensativo, contemplando los reflejos en el agua en el canal de Christiania. Entonces me mira muy serio y me dice que sólo si no me olvido de escribir que él me ama con locura. Le pregunto que qué pasa con Anne. Se ríe y me contesta: “no es lo mismo”.

domingo, 3 de junio de 2012

Asistenta

 
Para mantenerme estos meses en Copenhague he estado trabajando como asistente de limpieza en una casa. O, para usar una palabra más tradicional, menos políticamente correcta y con otras connotaciones de las que ya hablaré otro día, he estado trabajando como asistenta. Un par de mañanas que coincidí con Lis, la mujer que me contrataba, la veía correr de un lado para otro con montones de ropa limpia, sucia, planchada, sin planchar. Y entre montón y montón me decía, con cara de angustia: “¡No tengas hijos nunca!”. Ella tiene una niña de apenas dos años y un niño de tres, que esparcen comida por el suelo del comedor como si en vez de dos fueran doscientos. Por lo visto también usan ropa como si fueran docientos. El caso es que viéndola a ella me ha dado por reflexionar sobre el modelo de estado de bienestar escandinavo, en teoría uno de los más perfectos del mundo y que ha situado a los países nórdicos a la cabeza en lo que a igualdad se refiere. Por ejemplo, en este artículo de La Vanguardia se afirma que “Escandinavia ha reducido en un 80% las diferencias de oportunidades entre el hombre y la mujer” y a continuación se explica cómo. Probablemente si Lis, la misma que me decía en cuanto tenía la oportunidad eso de “¡No tengas hijos nunca!” leyera este artículo, pondría esta cara: 
 

Pensaba hacer una reflexión muy erudita sobre este tema, cuando he leído el comentario que qwerty24 deja en el artículo mencionado:
yo ahora mismo estoy de baja paternal (finlandia) y esto no tiene nada que ver con la igualdad o paridad, esto se llama bienestar social (...) Pero de lo que estamos hablando es de la paridad o igualdad de sexos, y si habra mas directivos mujeres, mas papas con carritos lo que tu quieras, pero las mujeres aqui como en Espanya curran en el trabajo y en casa. Es un hecho cultural de esta sociedad que aun tiene que hablar de paridad, cuando una noticia asi no exista en los periodicos entonces habra paridad, de momento lo unico que puedo decir es que si aqui eso esta mejor pero no es pa tanto.”

Pues eso, que las mujeres, aquí como en España, curran en el trabajo y en casa. Y como más facilidades, ayudas y oportunidades que aquí no se pueden dar, el problema debe de ser otro. Por eso me atrevo a sugerir que no se trata de ayudar ni de aupar a las mujeres para que nos pongamos a la misma altura porque, ¿qué altura es esa? No lo tengo claro, pero lo que sí tengo claro es que los cuidados son innegociables: para que una sociedad salga adelante hay que cocinar, limpiar, pasar tiempo con los hijos y atender a las dependientes, entre otras cosas. Porque todas las personas necesitamos alimentarnos, ir aseadas y dar y recibir cariño.

Pues bien, resulta que el feminismo occidental tiene una larga tradición de lucha por la liberación de las mujeres. Pero ¿que significa exactamente liberarse? ¿de qué mujeres estamos hablando? Resulta que para que una mujer se libere, otra tiene que ocupar su lugar, y ¿quién se ocupa de la casa y las hijas de esta otra mujer? Me parece un tema tan complejo que yo no sabría definir cuál es el problema exactamente. Sin embargo creo que parte del rompecabezas podría encontrarse en el libro de Dolors Comás D'Argemir, “Trabajo, género y cultura. La construcción de desigualdades entre hombres y mujeres”. Ésta es una breve reseña que escribí el año pasado:

La lógica laboral del capitalismo no tiene en cuenta los costes de la reproducción de la fuerza de trabajo, sino que los inscribe en los lazos de afecto y moralidad del parentesco, especialmente en la institución familiar. Además, el paro es un problema que está cuestionando el ideal del pleno empleo, eje central de los proyectos y aspiraciones de las sociedades capitalistas. Por ello, el ideal que considera el empleo la única forma de trabajo debería ser cuestionado, ya que una buena parte del trabajo necesario está realizándose fuera del empleo, en la denominada economía informal. Así, es importante preguntarse qué es trabajo: empleo es trabajo remunerado en la economía formal; trabajo sumergido es trabajo remunerado en la economía informal; trabajo doméstico es la producción de bienes y servicios para su consumo en el hogar; y voluntariado es trabajo no remunerado fuera del hogar. Al final, la autora plantea la necesidad de que el trabajo del futuro considere todas las formas de trabajo necesarias, ya que sólo una sociedad que no se construya únicamente sobre la base del empleo hará posible que las actividades no remuneradas confieran estatus y respeto. De esta manera sería posible repartir todas las formas de trabajo entre todas las personas, lo que equivaldría a compartir las responsabilidades y crear, por tanto, relaciones sociales solidarias como marco para el desarrollo integral de la autonomía individual. Con este cambio en el trabajo cambiaría también el sistema de relaciones de género, y no sólo ganarían las mujeres: ganaría el conjunto de la sociedad.

Para terminar, escribo aquí el sms que me mandó Lis un viernes por la tarde cuando llegó a casa:
Thank you Blanca! It's SO NICE to come home to a clean house. Have a nice weekend”

Me llegó al alma.

sábado, 7 de abril de 2012

De emociones, invisibles y utopías: hacia una epistemología antropológica feminista


La alteridad, en la antropología moderna, consiste en el extrañamiento que debe sufrir el antropólogo con el fin de salir de su campo de inscripción cultural. Este principio, tiene mucho que ver con el de otredad, propuesto por las epistemologías feministas que abogan por la visibilización de lo invisible. Y es que la alteridad se produce no sólo a través del distanciamiento cultural, sino también a través de la posición o localización (el bagaje personal a todos los niveles).  La localización cultural, epistémica y psicosocial del antropólogo, determina su forma de problematizar y responder la realidad. Sin embargo, a diferencia de las teorías deterministas (que afirman la imposibilidad de ver lo que no habilita la estructura),sostenemos que la irrupción de algo “invisible, ajeno”, se puede percibir. Desde luego, no será a través de las herramientas metodológicas de las que consta una ciencia como estructura, si no a través de las emociones. El instante de la alteridad deviene de la sensación de extrañeza, de la repugnancia de observar lo tabú, de la conmoción al ver lo inimaginable, es decir, del dolor de la piel arrancada (utilizo esta brutal metáfora porque entendemos la cultura como la piel que nos recubre, quitárnosla, duele; además, es una metáfora potente cuya simple lectura produce extrañeza). Si además, añadimos el hecho de que las emociones se construyen socialmente (pensemos cómo, desde niñas, se nos enseña a temer a los extraños, a llorar por determinadas causas y no otras), debemos dejar de neutralizar su existencia y añadir su presencia, junto con la de los conceptos e ideas, en la búsqueda del conocimiento objetivo.
  
Así, la alteridad y extrañamiento percibidos, lejos de ser suprimido, debe ser aquello que tenga preferencia. El privilegio epistémico lo ponemos en la otredad con respecto al investigador.  Esta metodología permitirá construir conocimiento sobre las interacciones entre distintas posiciones y sus procesos de dominación y opresión así como de los significados; dado que no existe una verdad original, sino verdades justificadas, a través de la interacción con los otros, pondremos encima de la mesa otros significados sociales: aquellos que, desde mi localización, están en las escalas inferiores de la jerarquía simbólica, los marginados.
Si concluimos que todo es político y que existen verdades oprimidas y opresoras, la ética entra en juego. En primer lugar, la ética antropológica debe tener en cuenta sus efectos sobre cualquier grupo de personas o individuos aislados.  Desde mi escaso conocimiento filosófico, quiero encaminarme hacia una concepción del ser humano como la que hace Lévinas. Según el teórico, el ser humano sólo es tal en la medida en que es responsable de los demás; si no, no es un ser humano, si no un objeto. Y en este sentido, el feminismo aporta luces y metodología para una antropología aplicada. Si somos personas en conectividad, si las identidades cambian continuamente y se forman en relación a, debemos dar paso a la disolución entre sujeto conocedor y objeto de conocimiento, entre el yo y el otro, entre lo emic y lo etic, para tomar un camino dialógico e intersubjetivo desde posiciones políticas situadas. 

Todos estos problemas de responsabilidad en torno a la producción del conocimiento (efectos, expectativas participantes, quién se beneficia) y la aplicación de los métodos demandan una ética antropológica y, en el corazón de este debate, la búsqueda de una utopía. Se requiere una ética no dominante que ofrezca vías de intervención. Un primer paso, sería empezar a valorar la teoría antropológica por su aplicación, más que por su metodología.

Para concluir, quiero poner un ejemplo que ilustre la necesidad de tener en cuenta las emociones, así como el deber moral en nuestra práctica científica. Dado que mi experiencia en el campo es nula, tendrá que ser teórico:
                Estudiando la historia del Holocausto, di con el experimento Milgram, que revelaba cómo la mayoría de los seres humanos dañaría a otros si la autoridad adecuada lo ordenase. El estudio se ha repetido en el año 2009 y la obediencia a la autoridad aumentó. Mi primera reacción ante estos resultados fue de sospecha: seguro que el estudio estaba sesgado, a saber cómo habían hecho la selección de los participantes. Probablemente el estudio tenía una orientación ideológica con la intención de demostrar la naturaleza demoníaca del hombre. Aceptar esto, como ser humana, es duro. Sin embargo, la conmoción emocional y corporal hicieron que siguiera investigando: fue este dolor emocional el que motivó la sospecha. Así, pude entender que, si la obediencia a la autoridad había aumentado, también podía haber disminuido; es decir, si ha variado, no está en la naturaleza humana, es un factor social que se puede historizar.
Por otro lado, la memoria del Holocausto no puede ser algo inerte. Si pudo suceder, apoyado además por los intelectuales, nosotras, como personas estudiando personas y produciendo conocimiento que, además, tiene efectos sobre otras personas,  no podemos seguir minimizando el papel de la ética en la profesión antropológica. Vivimos en la época del “ya está todo hecho y dicho”; se han abandonado las pretensiones de un mundo mejor pues ya se intentó todo (comunismo, capitalismo). Y es esta decepción histórica la que nos ha producido a-filosofados, a-morales y a-utópicos dejándonos inconmovibles ante un mundo de desigualdad y opresión.  Como científicos y como personas, tenemos el deber de crear caminos prácticos de cambio: no es sólo cuestión de ideología sino también, como demuestra el pasado, de supervivencia.

lunes, 19 de marzo de 2012

Monstruosa Igualdad

Existen dos corrientes que interpretan el papel de la mujer durante la etapa del Nacionalsocialismo de formas completamente opuestas:

  • La primera, considera que el nazismo promovió la igualdad al considerar central el culto a la maternidad.



  • La segunda, en cambio,  entiende esto mismo como un Nazismo "Anti-Mujer", al reducirla al papel de Madre. (No olvidemos que nos encontramos en una época en la que el feminismo defensor del culto a la maternidad y la bondad del alma caritativa de la mujer estaba en auge).
Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Cómo abordarla a través de la historia es bastante peliagudo pero Gisela Bock aporta unas cuantas luces en su artículo "Igualdad y Diferencia en el racismo nacional socialista". 

Según Bock, la variable principal fue el Racismo. Sólo las mujeres de raza superior eran y ocupaban posiciones diferentes a la de los arios. Mientras, tanto hombres como mujeres de razas inferiores, eran desgenerizados y tratados en igualdad (Monstruosa igualdad, como definió Hanna Arendt, filósofa judía y analista del Holocausto). 

Pero, ¿significa esto que las víctimas fueron tratadas en base a una neutralidad de género? Y, ¿cuál fue la contribución de las mujeres en el Holocausto? ¿Estaba ésta basada en la diferenciación de sexo? Y sino, ¿fue comparable a la contribución de los hombres?

Sabemos que el primer paso predecesor del Holocausto fue la eugenesia, es decir la manipulación "clínica" de los cuerpos seleccionados. Las esterilizaciones practicadas a finales de los años 30 afectaron a 400.000 personas, mitad hombres, mitad mujeres (todos de raza inferior o arios no apropiados). ¿Indica esta cifra que fue genéricamente neutral? La respuesta, según el análisis de la autora es No y por varios motivos:



  1. En primer lugar, de las 5.000 personas fallecidas a causa, durante o después de la intervenión, el 90% fueron mujeres.
  2. Además, el tener hijos era un factor mucho más importante para la mujer que para el hombre. 
  3. Por último, de los casos que fueron causados por diagnóstico psiquiátrico, 2/3 fueron mujeres, sometidas a controles mucho más incisivos, exigentes y ligados a su condición "femenina".
Durante los primeros años del genocidio, los médicos, enfermeras y trabajadoras sociales pasaron de esterilizar y practicar abortos selectivos a asesinar. De nuevo, teóricamente la raza inferior sería tratada en "igualdad de género". No obstante, en muchos casos las víctimas mujeres lo fueron por su condición de mujer (y no racial): morían con sus hijos nada más llegar al campo ya que no valían como fuerza laboral. 

Os preguntaréis, ¿cómo una sociedad bombardeada de propaganda tradicionalista y conservadora de repente se había vuelto tan igualista que mataba a mujeres y niños sin contemplaciones? Bueno, de hecho, estos actos tuvieron que ser legitimados especialmente (Aún más que el exterminio de los judíos en general).

Goebbels, ministro de propaganda (el que acabó matándose junto a sus hijos y esposa), elaboró un discurso en el que advertía de que las mujeres judías eran igual de peligrosas que los hombres judíos, a pesar de su apariencia frágil y lastimosa. 

Himmler, el sensiblero (que al ver el sufrimiento de sus hombres que tenían que disparar cara a cara, presionó para la puesta en funcionamiento del asesinato clínico), descubrió que los alemanes lo pasaban especialmente mal disparando a mujeres y niños. Así que llenó de fuerza a sus hombres llenándolos de una cierta "misoginia". Las mujeres judías, argumentó Himmler, por su condición de mujer y madre, son portadoras de futuros hombres adultos judíos.


Así, este artículo nos hace reflexionar de manera muy acertada sobre la dependencia del contexto para definir las nociones de igualdad y diferencia de género. En aquél momento, el contexto era el racismo: las mujeres de raza inferior pudieron recibir el mismo trato que los hombres inferiores; las mujeres de raza superior pudieron participar no como esposas si no como agentes al mismo nivel que los hombres perpetradores del racismo. Ni las mujeres victimas ni las mujeres agentes vivían en esferas separadas. 

De este modo, esta "igualdad monstruosa" requiere ser explicada en términos de género (y no de neutralidad), pues lo esencial y lo que hizo único al Estado NacionalSocialista fue que no sólo ensalzó la Paternidad y Masculinidad, si no que fue un Estado Anti-Natalista. 

Podemos concluir, para terminar, que la política de bienestar del nazismo, asentó las bases del moderno estado de bienestar al racismo y al sexismo, privilegiando al hombre sobre la mujer y al hombre de raza superior al de la raza inferior. Socialmente, sentóo la base no sólo estatal si no también social que ha llegado hasta nuestros días:

Igualdad es entendida como "lo mismo" y diferencia como "inferior", negando un espacio de pluralidad humana y el derecho a ser diferente.




Fuente: Gisela Bock, "Equality and Difference in National Socialist Racism", in Feminism and History, ed. Joan Wallach Scott (New York, 1996).



sábado, 17 de marzo de 2012

Animaladas de la Rae

vaca.
(Del lat. vacca).

1. f. Hembra del toro.

lora.

1. f. Am. loro (papagayo).
2. f. Am. Hembra del loro.
3. f. coloq. Am. Mujer charlatana.


(loro: 3. m. El Salv., Perú y Ur. Hombre hablador.)
 
perra.

1. f. Hembra del perro.

gata.

1. f. Hembra del gato.

leona.

1. f. Hembra del león.

rata1.

        2. f. Hembra del rato3.

rato3.

(De rata1).
1. m. ratón (mamífero roedor).
2. m. Macho de la rata1.



cebra.

(Etim. disc., quizá del lat. equifĕrus, caballo salvaje).

1. f. Animal solípedo del África austral, parecido al asno, de pelo blanco amarillento, con listas transversales pardas o negras. Hay varias especies, y alguna del tamaño del caballo.

tortuga.


1. f. Reptil marino del orden de los Quelonios, [....]. Se alimenta de vegetales marinos, y su carne, huevos y tendones son comestibles.




Claro que podríamos seguir..... pero ya me ha parecido suficiente.... Resulta que si necesito acudir al diccionario para conocer mejor los atributos de mi perra (la canela), ésta es definida por ser la hembra DE un macho perruno. (que se lo digan a la perra flauta que los tiene a todos dominados...). Así, para conocer que pertenece a la familia de los cánidos, tendré que hacer una nueva búsqueda y escribir perro. Esta información me definirá por extensión a su hembra. 


Luego es muy gracioso el uso de las metáforas. Pobres animales, luego dicen de los chistes de rumanos, franceses o italianos; aquí si eres una lora eres una charlatana y maruja, eso sí, si eres un loro, eres un hombre hablador (qué cualidad tan bonita para las mujeres que se quejan de que sus machos son poco comunicativos). Así, animalando los géneros resulta que somos putas, gordas, marujas, malas y calculadoras o dicho de otro modo, hembras de machos vagos, malos, listos, habladores o máquinas sexuales. 


Ah!, cuando por la arbitrariedad del lenguaje el nombre del animal es femenino y no existe su masculino, ya no hablamos de hembra de nadie o macho de nadie, no; ahora sí que nos ponemos a definir los atributos biológicos del animal en cuestión. Y si no, nos inventamos el masculino y decimos que el rato es el macho de la rata; pero no la dejamos inmune y propietaria como hicimos con los machos anteriormente: rata también es la hembra del rato.


SOBRE LA RAZA HUMANA, EL HOMBRE:

Me encanta la Rae online. Empiezas por mirar una definición y no lo sueltas.... Resulta además, que los animales también son definidos por su utilidad para el hombre! ¿Por qué esta definición y no la de su cantidad de excrementos y contribución en abono?


gato1.
(Del lat. cattus).

1. m. Mamífero carnívoro de la familia de los Félidos, digitígrado, doméstico, de unos cinco decímetros de largo desde la cabeza hasta el arranque de la cola, que por sí sola mide dos decímetros aproximadamente. Tiene cabeza redonda, lengua muy áspera, patas cortas y pelaje espeso, suave, de color blanco, gris, pardo, rojizo o negro. Es muy útil en las casas como cazador de ratones. 

perro2.
1. m. Mamífero doméstico de la familia de los Cánidos, de tamaño, forma y pelaje muy diversos, según las razas. Tiene olfato muy fino y es inteligente y muy leal al hombre.


asno.

(Del lat. asĭnus).
1. m. Animal solípedo, como de metro y medio de altura, de color, por lo común, ceniciento, con las orejas largas y la extremidad de la cola poblada de cerdas. Es muy sufrido y se le emplea como caballería y como bestia de carga y a veces también de tiro.



En fin nada nuevo lo sé, la cadena colonialista y dominadora es muy larga. Del hombre sobre la mujer, de ambos sobre el animal,  de la Rae sobre la sociedad, de la RAEspañolista sobre latinoamerica........pero seamos realistas y optimistas. Hoy, tenemos acceso a millones de recursos, desde Wikipedia hasta páginas que te informan de cómo cuidar al animal con el que vives. Que el poder de los académicos nos diga que tanta información cibernética es dudosa y no fiable es sólo una herramienta para legitimarse. La RAE oprime.

Continuará en forma de ACCIÓN.  



jueves, 15 de marzo de 2012

Miedo II


Es interesante comprobar cómo desde el siglo XVII hasta hoy hay cosas que apenas han cambiado:

Año 1697: Charles Perrault publica un libro de cuentos recogidos de la tradición oral, “Cuentos de mamá ganso”, en el que incluye el de Caperucita Roja. Aunque a nuestros días han llegado versiones más edulcoradas, la moraleja ha permanecido intacta:

“La niña bonita, / la que no lo sea, / que a todas alcanza / esta moraleja, / mucho miedo, / mucho, / al lobo le tenga,”

Año 2012: en un colegio francés prohiben a las niñas ponerse minifalda para protegerlas de (los insultos de) los niños. Metiendo miedo, para variar: algo malo te puede pasar si vas por ahí provocando, da igual que sea con una caperuza roja que con una minifalda. 


Después de más de tres siglos ya hemos comprobado que la estrategia de meter miedo a las niñas no funciona, ¿probamos con otra? ¿Qué tal educar en igualdad, por ejemplo?

* * * * *

Os copio aquí, para vuestro deleite, el cuento de Charles Perrault, sacado de dominiopublico.es. El link es un fichero con el libro “Cuentos de mamá ganso” que incluye “La cenicienta”, “La bella durmiente” o “Barba Azul”, entre otros. Por cierto, el gabinete lleno de sangre y de mujeres asesinadas de Barba Azul es terrorífico. Recuerdo que cuando era pequeña tenía un libro de cuentos con dibujos de colores pastel... como si los colores pastel hicieran que una habitación llena de cadáveres no fuera para tanto.

Caperucita roja de C. Perrault

En tiempo del rey que rabió, vivía en una aldea una niña, la más linda de las aldeanas, tanto que loca de gozo estaba su madre y más aún su abuela, quien le había hecho una caperuza roja; y tan bien le estaba que por caperucita roja conocíanla todos. Un día su madre hizo tortas y le dijo:
-Irás á casa de la abuela a informarte de su salud, pues me han dicho que está enferma. Llévale una torta y este tarrito lleno de manteca.
Caperucita roja salió enseguida en dirección a la casa de su abuela, que vivía en otra aldea. Al pasar por un bosque encontró al compadre lobo que tuvo ganas de comérsela, pero a ello no se atrevió porque había algunos leñadores. Preguntola a dónde iba, y la pobre niña, que no sabía fuese peligroso detenerse para dar oídos al lobo, le dijo:
-Voy a ver a mi abuela y a llevarle esta torta con un tarrito de manteca que le envía mi madre.
-¿Vive muy lejos? -Preguntole el lobo.
-Sí, -contestole Caperucita roja- a la otra parte del molino que veis ahí; en la primera casa de la aldea.
-Pues entonces, añadió el lobo, yo también quiero visitarla. Iré a su casa por este camino y tú por aquel, a ver cual de los dos llega antes.
El lobo echó a correr tanto como pudo, tomando el camino más corto, y la niña fuese por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr detrás de las mariposas y en hacer ramilletes con las florecillas que hallaba a su paso.
Poco tardó el lobo en llegar a la casa de la abuela. Llamó: ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
-Soy vuestra nieta, Caperucita roja -dijo el lobo imitando la voz de la niña. Os traigo una torta y un tarrito de manteca que mi madre os envía.
La buena de la abuela, que estaba en cama porque se sentía indispuesta, contestó gritando:
-Tira del cordel y se abrirá el cancel.
Así lo hizo el lobo y la puerta se abrió. Arrojose encima de la vieja y la devoró en un abrir y cerrar de ojos, pues hacía más de tres días que no había comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, esperando a Caperucita roja, la que algún tiempo después llamó a la puerta: ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
Caperucita roja, que oyó la ronca voz del lobo, tuvo miedo al principio, pero creyendo que su abuela estaba constipada, contestó:
-Soy yo, vuestra nieta, Caperucita roja, que os trae una torta y un tarrito de manteca que os envía mi madre.
El lobo gritó procurando endulzar la voz:
-Tira del cordel y se abrirá el cancel.
Caperucita roja tiró del cordel y la puerta se abrió. Al verla entrar, el lobo le dijo, ocultándose debajo de la manta:
-Deja la torta y el tarrito de manteca encima de la artesa y vente a acostar conmigo.
Caperucita roja lo hizo, se desnudó y se metió en la cama. Grande fue su sorpresa al aspecto de su abuela sin vestidos, y le dijo:
-Abuelita, tenéis los brazos muy largos.
-Así te abrazaré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis las piernas muy largas.
-Así correré más, hija mía.
-Abuelita, tenéis las orejas muy grandes.
-Así te oiré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis los ojos muy grandes.
-Así te veré mejor, hija mía.
Abuelita, tenéis los dientes muy grandes.
-Así comeré mejor, hija mía.
Y al decir estas palabras, el malvado lobo arrojose sobre Caperucita roja y se la comió.

Moraleja
La niña bonita,
la que no lo sea,
que a todas alcanza
esta moraleja,
mucho miedo, mucho,
al lobo le tenga,
que a veces es joven
de buena presencia,
de palabras dulces,
de grandes promesas,
tan pronto olvidadas
como fueron hechas.



lunes, 12 de marzo de 2012

Miedo


Aquí, en Copenhague, es muy frecuente que las comunidades vecinales compartan una lavandería porque, por lo visto, es más rentable económicamente que tener una lavadora en cada vivienda de la que cada cual se haga cargo. Bueno, pues donde yo vivo tenemos una de estas lavanderías en el sótano y resulta que a mi compañera de piso le da miedo ir sola. Cuando me lo dijo primero pensé que era una exagerada y luego le pregunté: “¿y eso?”. Me dijo que sería muy fácil para un violador entrar, esconderse hasta que entrara alguna chica y violarla ahí mismo. Yo le dije que tampoco podía ser tan fácil, que ahí está todo el día entrando y saliendo gente. Pero ella me contestó que la lavandería no es precisamente Norreport Station, y que ahí llega uno, te viola en un momento y se larga. Me di cuenta de que estaba intentando razonar con lo irracional, porque el miedo es el miedo y punto. Como quien tiene miedo a volar. O a los ascensores. Pero... “¡un momento!” me dije, “Blanca, que a ti no te dé miedo la lavandería, no significa que Lea sea una exagerada, ni que se pueda comparar su miedo con el miedo a los aviones o a los ascensores”. Investigaré sobre ello más adelante, pero yo diría que es un miedo común que tenemos casi todas, en mayor o menor grado, y que se remonta al cuento de Caperutcita Roja. Pero claro, a mí, que soy muy moderna y muy independiente, jamás se me ocurriría decir “no voy a tal sitio o no hago no sé qué porque me da miedo que me violen”. Ni tan siquiera se me ocurriría pensarlo. Pero ¿qué es, si no, esa sensación que describía Mara en Terror en Sudomerska Street, que me hace en determinadas ocasiones acelerar el paso, mirar para atrás, cruzar de acera o evitar pasar demasiado cerca de una furgoneta aparcada? Podría decir que es miedo a que venga uno con una navaja para quitarme el bolso, pero no. No es lo mismo un atracador que un violador. Para nada. Por ejemplo, puedo imaginarme que viene uno y me atraca, pero el miedo no es el mismo. Sería un susto, y también da miedo, pero conozco un montón de gente a la que han atracado y siguen con su vida sin ningún trauma y sin ninguna secuela. Incluso conozco a alguno (hola Carlos) que tiene la habilidad de convertir los atracos en anécdotas desternillantes; siguiendo con la comparación, no sé si me sería posible convertir una violación en una anécdota desternillante.

Y ya que estoy sincerándome: el otro día me dí cuenta de qué sí que tengo miedo, y no sólo de ése difuso que te hace apretar el paso en una calle solitaria. No. Se trata de un miedo en forma de imágenes concretas, horrendas y espantosas, alimentadas por noticias, películas, novelas y cuentos populares (y esta vez no me refiero a Caperucita Roja, ¿habéis leído algún cuento popular ruso?). Y es que a mi no me da miedo la lavandería de mi edificio, pero he descubierto que me da miedo la escalera de servicio de la oficina en la que trabajo. Resulta que un par de días a la semana trabajo limpiando una oficina en un edificio del centro de Copenhague. Tengo que sacar la basura por la escalera de servicio, que es oscura, sucia y solitaria. Es un sitio en el que no hay nadie, y en el que se supone que no debería haber nadie. Además, no tengo llave de la puerta que da a esta escalera, por lo que tengo que dejarla abierta de par en par mientras bajo y vuelvo a subir. Os juro que entre las bolsas de basura de tamaño descomunal, y los escalones desiguales y desgastados, lo que menos debería preocuparme es encontrarme a un hombre. Sin embargo, mientras bajo pienso con ansiedad que a ver si va a haber alguien donde los cubos, y mientras subo pienso que a ver si se ha metido alguien en la oficina mientras yo estaba fuera y me está esperando dentro. Terribles escenas de torturas y asesinatos acuden a mi mente. Horroroso.

Y me permito pensar que Lea es una exagerada.

Mañana mismo me busco otro trabajo. Eso sí, jamás reconoceré que es porque me da miedo la escalera de servicio; que quede entre nosotras, ¿vale?

sábado, 25 de febrero de 2012

You look like a lesbian

O algo así como que tienes pinta de lesbiana. Así es como una compañera de trabajo ha calificado a otra esta tarde; sin poder evitarlo, me he girado para mirar a la adjetivada y me he extrañado: justo hoy se había alisado el pelo, más refinado imposible (¿Será que la keratina alisadora es dulce y por eso lo llevan las bolleras?). Continuo mirando...a ver ... qué es lo que le hace pinta de lesbiana.... ¿los vaqueros? no... hoy día todas llevan vaqueros, eso ya lo hemos pasado..... y por arriba...ummm chaqueta azul normal y..... ahí está!! una camiseta GRIS!!! no era demasiado grande pero tampoco ajustada, ni de licra; aunque bien podría ser del bershka o de zara, era gris y holgada.



jueves, 9 de febrero de 2012

Juntos planeamos el futuro

Este es el título de una publicación de 200 páginas por la Secretaría de Salud de México cuyo objetivo es informar a los profesionales que trabajan con jóvenes.

Utilizan "el enfoque de género": "El enfoque de género identifica las diferencias (en el pensar, sentir, actuar) que existen entre hombres y mujeres. Reconoce las influencias de la cultura y cómo los prejuicios de género pueden afectar la salud de hombres y mujeres" (p11)

Así que la secretaría de salud va de moderna; con una portada colorida y unas referencias al "enfoque de género" (¡!), se lavan las manos y promueven una hipócrita igualdad higienista. En fin, no he podido parar de leer página tras página pero no voy a extenderme demasiado aquí... Sólo quiero dejar constancia de algunas de sus perlas: 

  1. En la pubertad, las diferencias de desarrollo entre el hombre y la mujer son las relacionadas con el cambio de voz masculina y su crecimiento muscular en comparación con la redondeación del cuerpo femenino. ADEMÁS, la mujer experimenta su primera MENSTRUACIÓN. El hombre, su primera EYACULACIÓN (qué pasa que las adolescentes no se masturban???????)
  2. Ejercicio: "Mi Hombre y Mi Mujer Ideal": Pida a los equipos de mujeres que diseñen con el material “un hombre ideal” y a los equipos de hombres que construyan “una mujer ideal”, a
    partir de los atributos físicos. (pobres de aquéllos que no sean heterosexuales o no entiendan de cuerpos "ideales")
  3. Hombres y mujeres tienen sistemas reproductivos muy diferentes, pero se necesita de ambos, trabajando en conjunto, para producir un hijo. Para que el embarazo se dé, el espermatozoide de un hombre y el huevo de una mujer deben encontrarse en el momento adecuado del ciclo menstrual en el cuerpo femenino. (a tomar por saco todas las tecnologías de reproducción, adopción, etc, y además resulta que ahora, las mujeres, TENEMOS HUEVOS!)
Me produce mucha tristeza. 


Panfleto Disponible en:

www.salud.gob.mx/unidades/cdi/documentos/DOCSAL7203.pdf



jueves, 2 de febrero de 2012

Se alquila habitación. Preferentemente chica.


En contra de lo que mucha gente cree, ser feminista no me hace odiar a los hombres. He aquí una anécdota que lo demuestra.

Mi casero y compañero de piso quería alquilar la habitación que hay al lado de la mía y que lleva vacía un par de meses. Me ofreció participar en el proceso de selección y durante tres días entrevistamos a unas 10 chicas y a 2 chicos. Cuando le pregunté el porqué de este desequilibrio me confesó que le habían escrito más chicas porque en el anuncio ponía “preferentemente chica”, y que además, de los emails que recibía, solía descartar los de los chicos. Nunca adivinaríais su respuesta cuando le pregunté porqué era reacio a alquilar la habitación a un chico: “Limpian menos”, me dijo. “Bueno, tú eres un chico y a mí me parece que limpias suficiente”, le dije, y se rió. Me dijo que lo decía por experiencia. Yo tengo que reconocer que experiencia viviendo con chicos no tengo mucha, ya que siempre he compartido piso con chicas. Siempre me ha ido bien (saludos a Isa y a las chicas de Pura); o casi siempre. Cuando vine a Copenhague, en esta misma casa vivían también dos chicas danesas, y yo, os voy a ser sincera, vivía con miedo. Vivía con miedo a dejarme una miga de pan en la encimera de la cocina y que apareciera la temida nota: “It would be really, really nice if you clean the table after yourself. Thanks”. Incluso cuando sabía con certeza que “yo no había sido” la nota me producía escalofríos. Cuántas veces soñé que la despedazaba y la quemaba, y cuántas veces me atormentó la pesadilla de la nota asesina, en la que ésta me perseguía por la casa con una escoba en la mano y me atizaba hasta que todo brillaba impoluto. La verdad es que nunca he sido una fanática de la limpieza, pero aunque la casa no brilla como los chorros del oro está razonablemente limpia y, desde que se fueron las dos danesas, la convivencia es relajada y pacífica.

El caso es que mantuvimos largos e infructuosos debates sobre las ventajas y desventajas de cada aspirante y, al final, cada uno hizo una lista de cinco. Él se sorprendió mucho al comprobar que en la mía estaban los dos únicos chicos porque, por algún motivo, pensaba que odio a los hombres. Y lo gracioso es que al final, para hacer nuestras elecciones, los dos estábamos usando el mismo estereotipo según el cual las chicas limpian más: pensando que ellos se tomarían de manera más relajada el tema de la limpieza les incluí entre mis favoritos. Bueno, por eso y porque me cayeron bien, claro.

Al final Line, una chica danesa, se muda en un par de semanas.

Os mantendré al tanto de sus hábitos de limpieza, pero os avanzo: es alérgica al polvo.

viernes, 13 de enero de 2012

Menneske (continuación)

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Éste es sólo un ejemplo de por qué no soy la fan número uno de la RAE. Su diccionario me confunde:


hombre.
(Del lat. homo, -ĭnis).
1. m. Ser animado racional, varón o mujer.
2. m. varón (‖ ser humano del sexo masculino).


mujer.
(Del lat. mulĭer, -ēris).
1. f. Persona del sexo femenino.


persona.
(Del lat. persōna, máscara de actor, personaje teatral, este del etrusco phersu, y este del gr. πρόσωπον).
1. f. Individuo de la especie humana.
2. f. Hombre o mujer cuyo nombre se ignora o se omite.


Desde aquí hago un llamamiento a las (personas) académicas de la RAE:
Por favor, modifiquen la acepción número 1 de la entrada hombre del Diccionario de la RAE elimiando la palabra mujer de la misma. Esta acepción sólo contribuye a crear confusión respecto al significado de la palabra y no se corresponde con el sentir de la sociedad supuestamente igualitaria en la que vivimos. La lengua española no sufrirá daño alguno ya que para designar a un ser animado racional, un individuo de la especie humana, hombre o mujer, existe la palabra persona. Como la palabra hombre se ha utilizado “erróneamente” durante bastante tiempo sugiero, para esclarecer posibles futuras dudas, que se añada la siguiente acepción:
10. m. desus. Ser animado racional, varón o mujer.
Asímismo, sugiero que en la entrada mujer también se utilice la definición de “ser animado racional”. De otra manera se correría el riesgo de dar a entender que para la lengua epañola sólo los hombres poseen la cualidad de raciocinio.
Atentamente.
Blanca Puyuelo

Menneske

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Estoy intentando aprender un poco de danés, y aunque tengo bastante con buscar alguna lógica que relacione la escritura con la pronunciación (por ejemplo, “selvføgelic” se dice sefuli) y la mayor parte de mis energías las empleo en explorar zonas vírgenes de mi aparato fonador, sigo con la alarma violeta encendida. Por eso ayer, mientras trabajaba en un diálogo en el que Stine y Søren hablan de cuánto les gusta o les disgusta el filete de hígado, encontré un error en mi diccionario:

menneske et hombre m, ser m humano; (individ) persona f; alle –r todo el mundo; alle mulig –r todo tipo de gente; ikke et – nadie; mange –r mucha gente.

Yo estaba bastante segura de haber entendido en clase que menneske significa persona, person en inglés. Pero quizá había entendido mal y menneske también significa hombre. Así que para salir de dudas consulté un diccionario danés-inglés y esto es lo que encontré:

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menneske person, human, human being.
(y no: menneske man, person, human being)

Efectivamente, menneske significa persona, y que yo sepa persona no significa hombre, en todo caso "hombre o mujer". Y no es que lo diga yo, sino que lo dicen nuestros amigos de la RAE, de quienes evidentemente no soy fan número uno:

persona
1. f. Individuo de la especie humana.
2. f. Hombre o mujer cuyo nombre se ignora o se omite.
Éstas son sólo las dos primeras acepciones, pero en ninguna de las que siguen persona significa hombre.

Este ejemplo viene a ilustrar el asunto del masculino genérico sobre el que he mantenido muchas y acaloradas discusiones. Hoy tampoco voy a profundizar en el tema, sino que me voy a limitar a hacer una reflexión: si tenemos palabras que definen con exactitud aquello que designan, ¿para qué mezclarlas perdiendo precisión lingüística? ¿Por qué hacer creer a las (personas) danesas que aprenden español que persona significa hombre? Por ejemplo, mi profesora de danés, que es una máquina de las lenguas, después de explicarme que manneske significa persona y que es una palabra genéricamente neutra que engloba a mujeres y hombres, me dijo lo mismo que el diccionario: “es decir, que en español puedes decir persona, hombre.” (Un saludo cariñoso para Gyorgyi)

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Por cierto, Simone de Beauvoir ya respondió en El segundo sexo (1949) a la pregunta ¿por qué persona significa hombre? “Él es el sujeto, el absoluto: ella es lo otro.”

lunes, 2 de enero de 2012

Nuevo Ministerio de Interior

Nada, viendo un poquito de noticias he estado escuchando a nuestro nuevo ministro de interior, Jorge Fernández Díaz, jurando ante un cristo crucificado los nuevos "altos cargos". Nuevo secretario de bla bla bla, director de instituciones penitenciarias, abogado de gabinete, director del cuerpo de la guardia civil que generosamente nos cuida........ 

Justo estaba comentando cómo es que no hay ninguna mujer entre estos altos cargos cuando ha nombrado a una mujer como Presidenta de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, la cuál Ayudará a estas personas. Menos mal, al menos una mujer con la que pueden cubrirse las espaldas de la inclusión. Eso sí, manteniendo y reproduciendo su rol de apoyo, cuidado y ayuda a los machos guerreros y defensivos y a las pobres víctimas de los bárbaros (qué buenas somos). 

Un inciso más, el ministro ha comenzado a hablar de sus acciones y ha comentado que la globalización, no podemos negarlo, tiene una cara negativa (¿¿en serio??): la del crimen transnacional (ahh!).