domingo, 24 de febrero de 2013

Vandana Shiva

Vandana Shiva es una científica, filósofa, activista, Nobel Alternativo, pacifista y ecofeminista india que lleva años luchando contra los abusos y atropellos de grandes multinacionales como Monsanto o Coca-Cola, denunciando la biopiratiería, los OGM y luchando por la soberanía alimentaria, entre otras muchas cosas. Con apenas 20 años abandonó su doctorado en la Comisión de la Energía Atómica de la India, donde en los años 70 era la única mujer y parecía que le esperaba una brillante carrera, para realizar una Tesis sobre la Teoría Cuántica en la universidad de Toronto, donde rechazó un cómodo puesto como profesora para volver a la India e involucrarse en lo que ha sido una vida llena de compromiso social, ecológico y humano. 


En este post voy a hacer un breve resumen de sus victorias contra cuatro grandes multinacionales: Rice Tec, W. R. Grace, Monsanto y Coca-Cola. También voy a hacer una breve reseña sobre su teoría ecofeminista. La información está sacada del libro de Lionel Astruc, “Vandana Shiva. Las victorias de una india contra el expolio de la biodiversidad”. La Fertilidad de la Tierra Ediciones, Navarra, 2012.

En 1997 la empresa tejana Rice Tec creó una patente sobre las cepas y semillas de arroz basmati. Pretendía hacer que las agricultoras indias pidieran permiso y pagaran un canon por cultivar su propio arroz ya que, como denunció Vandana Shiva, la empresa incluyó en su patente número 5663484 “genes de variedades obtenidas por los agricultores”. Tras 5 años de lucha, en 2001 “la Oficina Americana de Patentes y Marcas anuló la mayor parte de la patente presentada por Rice Tec, haciéndola inviable. También estableció que la empresa no había creado el aspecto de este arroz, contrariamente a lo que afirmaba la firma tejana: estas características procedían sencillamente de las variedades tradicionales de basmati desarrolladas por los campesinos indios”. (p. 135)

En los años 80 el gigante agroquímico W.R. Grace patentó la margosa o neem, un árbol originario de la India, Pakistan y Bangladesh cuyas propiedades antiparasitarias e insectífugas han sido usadas durante siglos por todo el subcontinente. La fábrica llegó a procesar hasta 20 toneladas de semillas al día, con la consiguiente dificultad que conllevó para la población acceder a un recurso esencial y hasta entonces gratuito. Vandana Shiva, con el apoyo del IFOAM (Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Ecológica), necesitó más de 10 años para lograr, en 2005, que la Oficina Europea de Patentes revocara las patentes de Grace sobre este árbol.

En 1998, Monsanto, la casa de semillas más poderosa del mundo, se hizo con la patente del Nap Hal, una antigua variedad de trigo con características excepcionales para el horneado. La patente nº EP 0445929 fue revocada en 2004 por la Oficina Europea de Patentes tras la reclamación presentada por varias asociaciones ecologistas, con Vandana Shiva a la cabeza, quien declaró: “Hemos ganado el tercer combate contra los piratas que roban nuestras semillas y nuestros saberes para reivindicarlos como sus invenciones. El arroz basmati fue robado, nosotros lo hemos recuperado, el neem fue robado, nosotros lo hemos recuperado. Y ahora, el 26 de septiembre, la Oficina Europea de Patentes anula el convenio sobre el trigo nº EP 0445929 presentado por Monsanto y basado en el robo de una antigua variedad de trigo india pobre en gluten. Cada orador habló esa tarde de un mundo sin OGM, sin plantas patentadas, ni vida patentada. Un mundo que nosotros creamos aquí. Yo estoy totalmente segura de que ganaremos, semilla tras semilla, planta tras planta, campesino tras campesino, comunidad tras comunidad. Y liberaremos la Tierra. ¡Y ganaremos la seguridad alimentaria!” (p.138)

En el caso de Coca-Cola no se trató de biopiratería, sino “sólo” de un desastre natural en Plachimada, en la región de Kerala, donde en 2001 se instaló un fábrica de embotellado que llenaba 600 botellas de refresco por minuto. “Coca-Cola tenía autorización para producir 561.000 litros de refrescos cada día, y cada litro de refresco implicaba el consumo de 3,8 litros de agua". Pronto, el nivel de los lagos, ríos y pozos de la zona bajó notablemente y el agua dejó de ser potable. Las mujeres fueron las primeras en movilizarse, en la primavera de 2002, ante la sucesión de animales muertos, personas hospitalizadas y cultivos destruídos. Su sentada no pareció interesar ni a la prensa, ni al Panchayat ni a ningún partido político, y se pretendía que fuesen ellas quienes demostrasen la relación causa-efecto entre la fábrica de Coca-Cola y los problemas de agua. Vandana Shiva contactó con un laboratorio en Chennai, el cual constató “unos niveles muy altos de salinidad y una dureza excesiva del agua” y declaró que “el agua disponible alrededor de la fábrica no era apta para el consumo humano y no debía utilizarse ni para beber, ni para el aseo, ni para lavar los alimentos o la ropa, y aún menos para regar los campos” (p. 78). En diciembre de 2003 un juez ordenó el cese de la actividad de Coca-Cola, en pro de la doctrina del bien común.

En cuanto a la relación entre Vandan Shiva y ecofeminismo, no me resisto a copiar un fragmento del libro de Lionel Astruc:

Vanadana Shiva “descubrió poco a poco la profunda relación que unía el destino de las mujeres y el de la Naturaleza y acumulaba cada vez más pruebas al respecto, anotando desordenadamente testimonios y descripciones. La activista india contaba con cambiar la tendencia general de despreciar el trabajo de las mujeres, o simplemente ignorarlas. Estas actividades femeninas consideradas por la mayoría como un “no-trabajo” o un “no conocimiento” en realidad se basaban en prácticas culturales y científicas elaboradas. Sin ser aún consciente, ni haberse pronunciado aún el nombre, Vandana Shiva estaba de hecho a punto de formular una teoría fundamental para su acción en el futuro: el ecofeminismo. “En una hectárea de tierra cultivada, una parejea de bueyes trabaja 1064 horas al año, un hombre 1212 y una mujer 3485 horas: ¡una mujer trabaja por tanto más tiempo que un hombre y los animales de la granja juntos!" Tal era el tipo de constataciones que hacía la militante, pero su reflexión ya “ecofeminista” no se limitaba a este tipo de comparación entre los dos sexos. Descansaba más bien en una observación sutil del estatus de madre o de hija en los países del sur: la filósofa las veía como a aquellas que dan la vida, no sólo biológicamente, sino también a través de su rol social, porque ellas se ocupan de la preservación y reproducción de las semillas y satisfacen las necesidades alimentarias de su entorno. “Todas las comunidades silvícolas o campesinas en las que la vida se organiza alrededor de un principio de perdurabilidad y de reproducción de la vida, encarnan la naturaleza misma de la mujer”, resumía Vandana Shiva. En el corazón de esta visión se encontraba lo que la escritora pronto llamaría “la perspectiva de la subsistencia”. Este concepto expresa las “necesidades fundamentales de la vida” (seguridad alimentaria, protección de la biodiversidad, etc.). Ahora bien, según la científica, las mujeres están más cerca de esta perspectiva que los hombres, en particular por su rol de madre. La necesidad de preservar la vida, aunque tengan que sacrificarse por la comunidad y favorecer el compartir, estaría naturalmente anclada en los genes femeninos, según Vandana Shiva. La militante había formulado estas observaciones a raíz del tiempo que pasó con las militantes del movimiento Chipko. (…). Desde el punto de vista de la cosmología india, todos los seres vivos nacen de una misma y única energía primordial llamada Shakti, que representa a un tiempo el principio femenino y la fuerza creadora de la Naturaleza. Las madres y las hijas con las que Vandana Shiva compartía regularmente la ruda cotidianidad de los altos valles de Uttarakhand, encarnaban prefectametne esta concepción”. (p. 63-65)

Aunque no comparto su perspectiva esencialista, todo lo demás me parece muy interesante, como querer sacar a la luz el trabajo invisible que las mujeres realizan y la importancia de la ecología y el respeto por la naturaleza. Como siempre, los feminismos no nos lo ponen fácil, por lo que no se puede hablar de ecofeminismo, sino de ecofeminismos. Esta entrada de la wikipedia hace una aproximación interesante al tema. 

Para finalizar, propongo evitar el consumo de OGM en la medida de lo posible. ¿Alguien se apunta?

 

martes, 19 de febrero de 2013

Una relación amorosa

Ruth lo tenía todo: la belleza, la seguridad, la confianza en sí misma y en el mundo, el carácter, el valor. Tenía, además, amigas y amigos con quienes salir y pasárselo bien, a quienes contar historias más o menos verídicas con las que impresionar y ser admirada. Tenía colegas con quienes fardar de ser quien era: una de las chicas guays del instituto, en definitiva. Y no tenía miedo. No tenía miedo a nada ni a nadie, no tenía envidia, no tenía dudas.

Como decía, Ruth lo tenía todo, incluso un novio. Era un novio del que presumir ante sus colegas porque, además de ser 5 o 6 años mayor que ella era un tipo duro. Pero uno de verdad: llevaba toda la vida metiéndose en líos, robando y trapicheando, lo que durante un tiempo le hizo dar con sus huesos en la cárcel. Un chico malo que podría parecer peligroso visto desde fuera pero que a ella no le daba miedo porque la confianza que tenía en sí misma era tanta que confiaba tenerle bajo control utilizando sus encantos femeninos y su carácter de mujer con arrojos. A su lado se sentía poderosa y notaba la envidia que despertaba en sus amigas y la admiración en sus amigos. Porque ella se había llevado el premio gordo y lo iba a hacer suyo. Controlar a un hombre como éste la convertiría definitivamente, a ojos de todo el mundo, en la mujer poderosa que siempre había querido ser. Sin contar, por supuesto, que teniendo novio salía de la lista de mujeres solas, frustradas y amargadas, esas que no tienen nadie especial que las ame, medias naranjas solitarias, incompletas y tristes.

Pasó el tiempo y sus amigas y amigos la veían cada vez con menos frecuencia. Llegó un día en que empezaron a hablar de ella en pasado, como la amiga que un día tuvieron, la colega que se echó un novio y desapareció de sus vidas. Por lo visto había encontrado con quien estar mejor acompañada, con quien sentirse plena y no necesitaba a nadie más.

Por eso se extrañó tanto Rebeca cuando un viernes de febrero Ruth la llamó para quedar. Ella ya había quedado con Óscar para tomar algo, así que fueron los tres juntos al bar de siempre. Sin embargo no se extrañaron demasiado cuando ella, en su habitual tono de chica dura que lo tiene todo bajo control y está de vuelta de todo empezó a decir lo harta que estaba de su novio y que podría dejarle cuando quisiera, pero que en realidad todavía no quería dejarle. Pero podría hacerlo cuando ella quisiera. Bueno, cuando ella quisiera y cuando ahorrara 750 euros. Esto último sí que extrañó a Rebeca y a Óscar. “No, bueno, es por el alquiler, porque es él quien lo está pagando, y yo, como estoy sin curro, pues eso, no me voy a ir así sin más. Pero vaya, que en cuanto tenga un curro le doy los 750 y me piro”. Sin embargo, a medida que corría la cerveza la lengua de Ruth se iba soltando: que estaba fatal, que nunca había estado tan mal, que se sentía una basura; ella, que nunca había tenido envidia de nadie, ahora envidiaba a cualquiera con quien se cruzara por la calle. A cualquiera. Que se sentía hundida. Que no era nadie. No llegó a dar muchos detalles, pero sí mencionó que una vez, durante una discusión, él le partió el labio. Pero que bueno, que ella le había respondido y le había partido una ceja. Pues buena era ella. Rebeca y Óscar se miraron de reojo. Y todavía pudieron presenciar una discusión telefónica, en la que ella gritaba e insultaba y de la que volvió, después de colgar, al borde da las lágrimas. Él le había dicho que no se le ocurriera volver a casa esa noche porque la iban a tener, que estaba cabreadísimo y que era mejor que no le provocara. Rebeca le ofreció su casa. Sin embargo, todavía quedaba otra discusión más. Una discusión en la que ella le amenazó con dejarle y, en respuesta, él la amenazó con matarla si se le ocurría irse. Esa noche la pasó en casa de Rebeca.

No sé cómo termina esta historia. Lo único que sé es que Ruth, Rebea y Óscar tienen menos de 25 años. Los nombres son ficticios y he cambiado algunos detalles, pero la historia es real. Es tan real y tan parecida a otras que parece sacada de un manual.

Al llegar a este punto sólo me quedan preguntas:

¿Para cuándo una educación en igualdad? ¿Para cuándo además de literatura y matemáticas se va a enseñar educación afectivo-sexual en los colegios? O, para no utilizar un término tan aséptico, ¿para cuándo educación emocional, o amorosa? ¿Quizá para cuando sea demasiado tarde para Ruth y para tantas otras?


Cuando historias como ésta siguen ocurriendo cada día, ¿es posible seguir afirmando que el feminismo está desfasado? ¿Estamos las feministas locas cuando, tras conocer historias como ésta, decimos que lo personal es político?

Y la más importante: ¿es Ruth una víctima?

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Esperanza ha señalado, en los comentarios, algunas preguntas que se me quedaban en el tintero:

"¿Qué pasa con los medios de comunicación, con las series, los realitys, los anuncios, las revistas para ellos y ellas? Sobre todo cuando los implicados son menores de 25, tienen muchísimo peso en su baremo de valores. O las familias, con lo que es la familia en España, y la de historias que conocemos todos. ¿Y que tal talleres de educación afectivo-sexual, a cargo de asociaciones o de entidades públicas?"

Agradezco todos los comentarios y sugerencias, ¡gracias!