lunes, 19 de marzo de 2012

Monstruosa Igualdad

Existen dos corrientes que interpretan el papel de la mujer durante la etapa del Nacionalsocialismo de formas completamente opuestas:

  • La primera, considera que el nazismo promovió la igualdad al considerar central el culto a la maternidad.



  • La segunda, en cambio,  entiende esto mismo como un Nazismo "Anti-Mujer", al reducirla al papel de Madre. (No olvidemos que nos encontramos en una época en la que el feminismo defensor del culto a la maternidad y la bondad del alma caritativa de la mujer estaba en auge).
Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Cómo abordarla a través de la historia es bastante peliagudo pero Gisela Bock aporta unas cuantas luces en su artículo "Igualdad y Diferencia en el racismo nacional socialista". 

Según Bock, la variable principal fue el Racismo. Sólo las mujeres de raza superior eran y ocupaban posiciones diferentes a la de los arios. Mientras, tanto hombres como mujeres de razas inferiores, eran desgenerizados y tratados en igualdad (Monstruosa igualdad, como definió Hanna Arendt, filósofa judía y analista del Holocausto). 

Pero, ¿significa esto que las víctimas fueron tratadas en base a una neutralidad de género? Y, ¿cuál fue la contribución de las mujeres en el Holocausto? ¿Estaba ésta basada en la diferenciación de sexo? Y sino, ¿fue comparable a la contribución de los hombres?

Sabemos que el primer paso predecesor del Holocausto fue la eugenesia, es decir la manipulación "clínica" de los cuerpos seleccionados. Las esterilizaciones practicadas a finales de los años 30 afectaron a 400.000 personas, mitad hombres, mitad mujeres (todos de raza inferior o arios no apropiados). ¿Indica esta cifra que fue genéricamente neutral? La respuesta, según el análisis de la autora es No y por varios motivos:



  1. En primer lugar, de las 5.000 personas fallecidas a causa, durante o después de la intervenión, el 90% fueron mujeres.
  2. Además, el tener hijos era un factor mucho más importante para la mujer que para el hombre. 
  3. Por último, de los casos que fueron causados por diagnóstico psiquiátrico, 2/3 fueron mujeres, sometidas a controles mucho más incisivos, exigentes y ligados a su condición "femenina".
Durante los primeros años del genocidio, los médicos, enfermeras y trabajadoras sociales pasaron de esterilizar y practicar abortos selectivos a asesinar. De nuevo, teóricamente la raza inferior sería tratada en "igualdad de género". No obstante, en muchos casos las víctimas mujeres lo fueron por su condición de mujer (y no racial): morían con sus hijos nada más llegar al campo ya que no valían como fuerza laboral. 

Os preguntaréis, ¿cómo una sociedad bombardeada de propaganda tradicionalista y conservadora de repente se había vuelto tan igualista que mataba a mujeres y niños sin contemplaciones? Bueno, de hecho, estos actos tuvieron que ser legitimados especialmente (Aún más que el exterminio de los judíos en general).

Goebbels, ministro de propaganda (el que acabó matándose junto a sus hijos y esposa), elaboró un discurso en el que advertía de que las mujeres judías eran igual de peligrosas que los hombres judíos, a pesar de su apariencia frágil y lastimosa. 

Himmler, el sensiblero (que al ver el sufrimiento de sus hombres que tenían que disparar cara a cara, presionó para la puesta en funcionamiento del asesinato clínico), descubrió que los alemanes lo pasaban especialmente mal disparando a mujeres y niños. Así que llenó de fuerza a sus hombres llenándolos de una cierta "misoginia". Las mujeres judías, argumentó Himmler, por su condición de mujer y madre, son portadoras de futuros hombres adultos judíos.


Así, este artículo nos hace reflexionar de manera muy acertada sobre la dependencia del contexto para definir las nociones de igualdad y diferencia de género. En aquél momento, el contexto era el racismo: las mujeres de raza inferior pudieron recibir el mismo trato que los hombres inferiores; las mujeres de raza superior pudieron participar no como esposas si no como agentes al mismo nivel que los hombres perpetradores del racismo. Ni las mujeres victimas ni las mujeres agentes vivían en esferas separadas. 

De este modo, esta "igualdad monstruosa" requiere ser explicada en términos de género (y no de neutralidad), pues lo esencial y lo que hizo único al Estado NacionalSocialista fue que no sólo ensalzó la Paternidad y Masculinidad, si no que fue un Estado Anti-Natalista. 

Podemos concluir, para terminar, que la política de bienestar del nazismo, asentó las bases del moderno estado de bienestar al racismo y al sexismo, privilegiando al hombre sobre la mujer y al hombre de raza superior al de la raza inferior. Socialmente, sentóo la base no sólo estatal si no también social que ha llegado hasta nuestros días:

Igualdad es entendida como "lo mismo" y diferencia como "inferior", negando un espacio de pluralidad humana y el derecho a ser diferente.




Fuente: Gisela Bock, "Equality and Difference in National Socialist Racism", in Feminism and History, ed. Joan Wallach Scott (New York, 1996).



sábado, 17 de marzo de 2012

Animaladas de la Rae

vaca.
(Del lat. vacca).

1. f. Hembra del toro.

lora.

1. f. Am. loro (papagayo).
2. f. Am. Hembra del loro.
3. f. coloq. Am. Mujer charlatana.


(loro: 3. m. El Salv., Perú y Ur. Hombre hablador.)
 
perra.

1. f. Hembra del perro.

gata.

1. f. Hembra del gato.

leona.

1. f. Hembra del león.

rata1.

        2. f. Hembra del rato3.

rato3.

(De rata1).
1. m. ratón (mamífero roedor).
2. m. Macho de la rata1.



cebra.

(Etim. disc., quizá del lat. equifĕrus, caballo salvaje).

1. f. Animal solípedo del África austral, parecido al asno, de pelo blanco amarillento, con listas transversales pardas o negras. Hay varias especies, y alguna del tamaño del caballo.

tortuga.


1. f. Reptil marino del orden de los Quelonios, [....]. Se alimenta de vegetales marinos, y su carne, huevos y tendones son comestibles.




Claro que podríamos seguir..... pero ya me ha parecido suficiente.... Resulta que si necesito acudir al diccionario para conocer mejor los atributos de mi perra (la canela), ésta es definida por ser la hembra DE un macho perruno. (que se lo digan a la perra flauta que los tiene a todos dominados...). Así, para conocer que pertenece a la familia de los cánidos, tendré que hacer una nueva búsqueda y escribir perro. Esta información me definirá por extensión a su hembra. 


Luego es muy gracioso el uso de las metáforas. Pobres animales, luego dicen de los chistes de rumanos, franceses o italianos; aquí si eres una lora eres una charlatana y maruja, eso sí, si eres un loro, eres un hombre hablador (qué cualidad tan bonita para las mujeres que se quejan de que sus machos son poco comunicativos). Así, animalando los géneros resulta que somos putas, gordas, marujas, malas y calculadoras o dicho de otro modo, hembras de machos vagos, malos, listos, habladores o máquinas sexuales. 


Ah!, cuando por la arbitrariedad del lenguaje el nombre del animal es femenino y no existe su masculino, ya no hablamos de hembra de nadie o macho de nadie, no; ahora sí que nos ponemos a definir los atributos biológicos del animal en cuestión. Y si no, nos inventamos el masculino y decimos que el rato es el macho de la rata; pero no la dejamos inmune y propietaria como hicimos con los machos anteriormente: rata también es la hembra del rato.


SOBRE LA RAZA HUMANA, EL HOMBRE:

Me encanta la Rae online. Empiezas por mirar una definición y no lo sueltas.... Resulta además, que los animales también son definidos por su utilidad para el hombre! ¿Por qué esta definición y no la de su cantidad de excrementos y contribución en abono?


gato1.
(Del lat. cattus).

1. m. Mamífero carnívoro de la familia de los Félidos, digitígrado, doméstico, de unos cinco decímetros de largo desde la cabeza hasta el arranque de la cola, que por sí sola mide dos decímetros aproximadamente. Tiene cabeza redonda, lengua muy áspera, patas cortas y pelaje espeso, suave, de color blanco, gris, pardo, rojizo o negro. Es muy útil en las casas como cazador de ratones. 

perro2.
1. m. Mamífero doméstico de la familia de los Cánidos, de tamaño, forma y pelaje muy diversos, según las razas. Tiene olfato muy fino y es inteligente y muy leal al hombre.


asno.

(Del lat. asĭnus).
1. m. Animal solípedo, como de metro y medio de altura, de color, por lo común, ceniciento, con las orejas largas y la extremidad de la cola poblada de cerdas. Es muy sufrido y se le emplea como caballería y como bestia de carga y a veces también de tiro.



En fin nada nuevo lo sé, la cadena colonialista y dominadora es muy larga. Del hombre sobre la mujer, de ambos sobre el animal,  de la Rae sobre la sociedad, de la RAEspañolista sobre latinoamerica........pero seamos realistas y optimistas. Hoy, tenemos acceso a millones de recursos, desde Wikipedia hasta páginas que te informan de cómo cuidar al animal con el que vives. Que el poder de los académicos nos diga que tanta información cibernética es dudosa y no fiable es sólo una herramienta para legitimarse. La RAE oprime.

Continuará en forma de ACCIÓN.  



jueves, 15 de marzo de 2012

Miedo II


Es interesante comprobar cómo desde el siglo XVII hasta hoy hay cosas que apenas han cambiado:

Año 1697: Charles Perrault publica un libro de cuentos recogidos de la tradición oral, “Cuentos de mamá ganso”, en el que incluye el de Caperucita Roja. Aunque a nuestros días han llegado versiones más edulcoradas, la moraleja ha permanecido intacta:

“La niña bonita, / la que no lo sea, / que a todas alcanza / esta moraleja, / mucho miedo, / mucho, / al lobo le tenga,”

Año 2012: en un colegio francés prohiben a las niñas ponerse minifalda para protegerlas de (los insultos de) los niños. Metiendo miedo, para variar: algo malo te puede pasar si vas por ahí provocando, da igual que sea con una caperuza roja que con una minifalda. 


Después de más de tres siglos ya hemos comprobado que la estrategia de meter miedo a las niñas no funciona, ¿probamos con otra? ¿Qué tal educar en igualdad, por ejemplo?

* * * * *

Os copio aquí, para vuestro deleite, el cuento de Charles Perrault, sacado de dominiopublico.es. El link es un fichero con el libro “Cuentos de mamá ganso” que incluye “La cenicienta”, “La bella durmiente” o “Barba Azul”, entre otros. Por cierto, el gabinete lleno de sangre y de mujeres asesinadas de Barba Azul es terrorífico. Recuerdo que cuando era pequeña tenía un libro de cuentos con dibujos de colores pastel... como si los colores pastel hicieran que una habitación llena de cadáveres no fuera para tanto.

Caperucita roja de C. Perrault

En tiempo del rey que rabió, vivía en una aldea una niña, la más linda de las aldeanas, tanto que loca de gozo estaba su madre y más aún su abuela, quien le había hecho una caperuza roja; y tan bien le estaba que por caperucita roja conocíanla todos. Un día su madre hizo tortas y le dijo:
-Irás á casa de la abuela a informarte de su salud, pues me han dicho que está enferma. Llévale una torta y este tarrito lleno de manteca.
Caperucita roja salió enseguida en dirección a la casa de su abuela, que vivía en otra aldea. Al pasar por un bosque encontró al compadre lobo que tuvo ganas de comérsela, pero a ello no se atrevió porque había algunos leñadores. Preguntola a dónde iba, y la pobre niña, que no sabía fuese peligroso detenerse para dar oídos al lobo, le dijo:
-Voy a ver a mi abuela y a llevarle esta torta con un tarrito de manteca que le envía mi madre.
-¿Vive muy lejos? -Preguntole el lobo.
-Sí, -contestole Caperucita roja- a la otra parte del molino que veis ahí; en la primera casa de la aldea.
-Pues entonces, añadió el lobo, yo también quiero visitarla. Iré a su casa por este camino y tú por aquel, a ver cual de los dos llega antes.
El lobo echó a correr tanto como pudo, tomando el camino más corto, y la niña fuese por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr detrás de las mariposas y en hacer ramilletes con las florecillas que hallaba a su paso.
Poco tardó el lobo en llegar a la casa de la abuela. Llamó: ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
-Soy vuestra nieta, Caperucita roja -dijo el lobo imitando la voz de la niña. Os traigo una torta y un tarrito de manteca que mi madre os envía.
La buena de la abuela, que estaba en cama porque se sentía indispuesta, contestó gritando:
-Tira del cordel y se abrirá el cancel.
Así lo hizo el lobo y la puerta se abrió. Arrojose encima de la vieja y la devoró en un abrir y cerrar de ojos, pues hacía más de tres días que no había comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, esperando a Caperucita roja, la que algún tiempo después llamó a la puerta: ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
Caperucita roja, que oyó la ronca voz del lobo, tuvo miedo al principio, pero creyendo que su abuela estaba constipada, contestó:
-Soy yo, vuestra nieta, Caperucita roja, que os trae una torta y un tarrito de manteca que os envía mi madre.
El lobo gritó procurando endulzar la voz:
-Tira del cordel y se abrirá el cancel.
Caperucita roja tiró del cordel y la puerta se abrió. Al verla entrar, el lobo le dijo, ocultándose debajo de la manta:
-Deja la torta y el tarrito de manteca encima de la artesa y vente a acostar conmigo.
Caperucita roja lo hizo, se desnudó y se metió en la cama. Grande fue su sorpresa al aspecto de su abuela sin vestidos, y le dijo:
-Abuelita, tenéis los brazos muy largos.
-Así te abrazaré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis las piernas muy largas.
-Así correré más, hija mía.
-Abuelita, tenéis las orejas muy grandes.
-Así te oiré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis los ojos muy grandes.
-Así te veré mejor, hija mía.
Abuelita, tenéis los dientes muy grandes.
-Así comeré mejor, hija mía.
Y al decir estas palabras, el malvado lobo arrojose sobre Caperucita roja y se la comió.

Moraleja
La niña bonita,
la que no lo sea,
que a todas alcanza
esta moraleja,
mucho miedo, mucho,
al lobo le tenga,
que a veces es joven
de buena presencia,
de palabras dulces,
de grandes promesas,
tan pronto olvidadas
como fueron hechas.



lunes, 12 de marzo de 2012

Miedo


Aquí, en Copenhague, es muy frecuente que las comunidades vecinales compartan una lavandería porque, por lo visto, es más rentable económicamente que tener una lavadora en cada vivienda de la que cada cual se haga cargo. Bueno, pues donde yo vivo tenemos una de estas lavanderías en el sótano y resulta que a mi compañera de piso le da miedo ir sola. Cuando me lo dijo primero pensé que era una exagerada y luego le pregunté: “¿y eso?”. Me dijo que sería muy fácil para un violador entrar, esconderse hasta que entrara alguna chica y violarla ahí mismo. Yo le dije que tampoco podía ser tan fácil, que ahí está todo el día entrando y saliendo gente. Pero ella me contestó que la lavandería no es precisamente Norreport Station, y que ahí llega uno, te viola en un momento y se larga. Me di cuenta de que estaba intentando razonar con lo irracional, porque el miedo es el miedo y punto. Como quien tiene miedo a volar. O a los ascensores. Pero... “¡un momento!” me dije, “Blanca, que a ti no te dé miedo la lavandería, no significa que Lea sea una exagerada, ni que se pueda comparar su miedo con el miedo a los aviones o a los ascensores”. Investigaré sobre ello más adelante, pero yo diría que es un miedo común que tenemos casi todas, en mayor o menor grado, y que se remonta al cuento de Caperutcita Roja. Pero claro, a mí, que soy muy moderna y muy independiente, jamás se me ocurriría decir “no voy a tal sitio o no hago no sé qué porque me da miedo que me violen”. Ni tan siquiera se me ocurriría pensarlo. Pero ¿qué es, si no, esa sensación que describía Mara en Terror en Sudomerska Street, que me hace en determinadas ocasiones acelerar el paso, mirar para atrás, cruzar de acera o evitar pasar demasiado cerca de una furgoneta aparcada? Podría decir que es miedo a que venga uno con una navaja para quitarme el bolso, pero no. No es lo mismo un atracador que un violador. Para nada. Por ejemplo, puedo imaginarme que viene uno y me atraca, pero el miedo no es el mismo. Sería un susto, y también da miedo, pero conozco un montón de gente a la que han atracado y siguen con su vida sin ningún trauma y sin ninguna secuela. Incluso conozco a alguno (hola Carlos) que tiene la habilidad de convertir los atracos en anécdotas desternillantes; siguiendo con la comparación, no sé si me sería posible convertir una violación en una anécdota desternillante.

Y ya que estoy sincerándome: el otro día me dí cuenta de qué sí que tengo miedo, y no sólo de ése difuso que te hace apretar el paso en una calle solitaria. No. Se trata de un miedo en forma de imágenes concretas, horrendas y espantosas, alimentadas por noticias, películas, novelas y cuentos populares (y esta vez no me refiero a Caperucita Roja, ¿habéis leído algún cuento popular ruso?). Y es que a mi no me da miedo la lavandería de mi edificio, pero he descubierto que me da miedo la escalera de servicio de la oficina en la que trabajo. Resulta que un par de días a la semana trabajo limpiando una oficina en un edificio del centro de Copenhague. Tengo que sacar la basura por la escalera de servicio, que es oscura, sucia y solitaria. Es un sitio en el que no hay nadie, y en el que se supone que no debería haber nadie. Además, no tengo llave de la puerta que da a esta escalera, por lo que tengo que dejarla abierta de par en par mientras bajo y vuelvo a subir. Os juro que entre las bolsas de basura de tamaño descomunal, y los escalones desiguales y desgastados, lo que menos debería preocuparme es encontrarme a un hombre. Sin embargo, mientras bajo pienso con ansiedad que a ver si va a haber alguien donde los cubos, y mientras subo pienso que a ver si se ha metido alguien en la oficina mientras yo estaba fuera y me está esperando dentro. Terribles escenas de torturas y asesinatos acuden a mi mente. Horroroso.

Y me permito pensar que Lea es una exagerada.

Mañana mismo me busco otro trabajo. Eso sí, jamás reconoceré que es porque me da miedo la escalera de servicio; que quede entre nosotras, ¿vale?