"Yo
prefiero una mujer de más de 45 años o de menos de 25, porque como
se quede embarazada nos encontramos con el problema". Mónica Oriol.
Me
gustaría hacer unas reflexiones al hilo de las declaraciones de
Mónica Oriol, presidenta del Círculo de EmpresariOs, sobre la
inconveniencia de contratar mujeres en edad fértil a raíz de las cuales se ha creado un revuelo mediático y en la opinión pública.
Por ejemplo, el titular aparecido en Público al respecto dice así:
“Mónica Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, ha vuelto a
realizar unas declaraciones polémicas y absolutamente contrarias a
la dignidad de las mujeres y la conciliación laboral”, mientras
que Susana Griso, en Espejo Público ha dicho: "¡La realidad es
que este país está envejeciendo a marchas forzadas! ¡Vamos a ser
el país más viejo de Europa! ¡No cuidamos a la maternidad! ¡No
cuidamos a las mujeres embarazadas! ¡No se soluciona diciendo 'yo no
contrataría a una mujer por debajo de los 45 años! ¡Muchas gracias
señora Mónica Oriol, muchísimas gracias! ¡Es lo que me faltaba
por oír!"
Mónica
Oriol se ha defendido de las críticas alegando que esa frase está
sacada de contexto y que escuchando el mensaje entero se puede
apreciar que ella se refería a otra cosa. En cualquier caso, lo que
ha dicho ha dado lugar a diferentes e incluso contradictorias
interpretaciones. Por ejemplo, La Vanguardia interpreta en su titular
que “Mónica Oriol considera "un problema" contratar a
embarazadas”. Mientras que Carlos Salas, de La Información,
argumenta que “si en lugar de esa última parrafada ‘políticamente
incorrecta’ ella hubiera dicho: “Es muy injusto que los
directores de RRHH no contraten a mujeres embarazadas porque, dado
que la ley les obliga a blindar el contrato, prefieren hombres. Eso
es malo para las mujeres porque no nos están dando igualdad de
oportunidades, porque nos están condenando” no se habría
malinterpretado lo que ella quería decir. Según Carlos Salas, el
problema para Oriol no sería entonces contratar mujeres fértiles,
sino que éstas queden blindadas por ley una vez que se convierten en
madres y sería este blindaje, y no la maternidad en sí, lo que hace
que a la empresa no le interese contratarlas.
En mi
opinión, el problema con el que nos encontramos debería analizarse
desde otro punto de vista. El problema del “blindaje” está
directamente relacionado con las políticas de conciliación, de
manera que para ayudar a las mujeres a conciliar la vida laboral y
familiar por ley es prácticamente imposible despedirlas tras ser
madres. Desde este punto de vista, las declaraciones de Oriol van en
contra de los principios de la conciliación, efectivamente. Sin
embargo, ¿qué son las políticas de conciliación? En principio,
son la manera de promover la igualdad de oportunidades entre mujeres
y hombres por medio de la ayuda sobre todo a las mujeres para que
concilien la vida familiar y la laboral. Sin embargo, no se trata más
que de medidas superficiales que no van a la raíz del problema,
porque la realidad es que los niños, las ancianas y las personas
dependientes en general necesitan ser atendidas, y el resto de
personas necesitamos alimentarnos, ir limpias y cuidarnos unas a
otras. Todo esto requiere tiempo, dinero y esfuerzo físico y
emocional. Y todo esto, que es sobre lo que se sustenta la vida y lo
que permite que cada día las personas con empleo vayan a trabajar
es, en general, contrario a los intereses económicos dentro del
contexto del liberalismo económico. Hay que entender las
declaraciones de Mónica Oriol contra las políticas de conciliación
en este contexto y en lugar de llevarse las manos a la cabeza
enmpezar a cuestionarse el papel de estas políticas en el
mantenimiento de un sistema que pone a los mercados en el epicentrode la organización social.
Además,
ya hemos tenido tiempo de comprobar que esta lucha (la que pone el
foco en el acceso al empleo) no nos llevará a ganar la guerra contra
el patriarcado: desde que en 1949 Simone de Beauvoir publicara El
segundo sexo ya han pasado más de 60 años y hoy podemos decir que
el acceso al trabajo asalariado no ha liberado a las mujeres: dobles
jornadas, empleos precarios y falta de reconocimiento del trabajo
doméstico y de cuidados son la realidad de numerosas mujeres hoy en
día. Según Silvia Federici “en general, el trabajo asalariado no
ha liberado nunca a nadie. La idea de la liberación es alcanzar la
igualdad de oportunidades con los hombres, pero ha estado basada en
un malentendido fundamental sobre el papel del trabajo asalariado en
el capitalismo. Ahora vemos que esas esperanzas de transformación
completa eran en vano. Al mismo tiempo sí vemos que muchas mujeres
han conseguido más autonomía a través del trabajo asalariado, pero
más autonomía respecto de los hombres no respecto del capital.” Esto sin contar con las cadenas de cuidados globales; ya se ha visto
que para que una mujer blanca de clase media pueda “liberase”,
otra mujer, generalmente proveniente de algún país empobrecido
tendrá que cuidar de su hogar, generalmente en condiciones de
precariedad.
Así,
las declaraciones de Mónica Oriol son polémicas por lo
políticamente incorrectas, pero no son tan sorprendentes. Son
simplemente sinceras desde el punto de vista del liberalismo
económico y del patriarcado. Como dicen Amaia Pérez Orozco y Sira
del Río en este artículo (ya citado más
arriba), “no
es necesario un análisis exhaustivo de la ley de conciliación para
apreciar que la lógica de la organización social permanece, no sólo
inamovible, sino sin cuestionar. Los mercados siguen entronados y
todo aquél trabajo o situación vital que imponga límites o
condiciones sigue viéndose como una anomalía, una desviación”.
Se trata, por tanto, de dejar de darle vueltas a las declaraciones de
Oriol y empezar a preguntarnos si de verdad queremos cambiar el eje de
la organización social: de los mercados a las personas.
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