jueves, 15 de marzo de 2012

Miedo II


Es interesante comprobar cómo desde el siglo XVII hasta hoy hay cosas que apenas han cambiado:

Año 1697: Charles Perrault publica un libro de cuentos recogidos de la tradición oral, “Cuentos de mamá ganso”, en el que incluye el de Caperucita Roja. Aunque a nuestros días han llegado versiones más edulcoradas, la moraleja ha permanecido intacta:

“La niña bonita, / la que no lo sea, / que a todas alcanza / esta moraleja, / mucho miedo, / mucho, / al lobo le tenga,”

Año 2012: en un colegio francés prohiben a las niñas ponerse minifalda para protegerlas de (los insultos de) los niños. Metiendo miedo, para variar: algo malo te puede pasar si vas por ahí provocando, da igual que sea con una caperuza roja que con una minifalda. 


Después de más de tres siglos ya hemos comprobado que la estrategia de meter miedo a las niñas no funciona, ¿probamos con otra? ¿Qué tal educar en igualdad, por ejemplo?

* * * * *

Os copio aquí, para vuestro deleite, el cuento de Charles Perrault, sacado de dominiopublico.es. El link es un fichero con el libro “Cuentos de mamá ganso” que incluye “La cenicienta”, “La bella durmiente” o “Barba Azul”, entre otros. Por cierto, el gabinete lleno de sangre y de mujeres asesinadas de Barba Azul es terrorífico. Recuerdo que cuando era pequeña tenía un libro de cuentos con dibujos de colores pastel... como si los colores pastel hicieran que una habitación llena de cadáveres no fuera para tanto.

Caperucita roja de C. Perrault

En tiempo del rey que rabió, vivía en una aldea una niña, la más linda de las aldeanas, tanto que loca de gozo estaba su madre y más aún su abuela, quien le había hecho una caperuza roja; y tan bien le estaba que por caperucita roja conocíanla todos. Un día su madre hizo tortas y le dijo:
-Irás á casa de la abuela a informarte de su salud, pues me han dicho que está enferma. Llévale una torta y este tarrito lleno de manteca.
Caperucita roja salió enseguida en dirección a la casa de su abuela, que vivía en otra aldea. Al pasar por un bosque encontró al compadre lobo que tuvo ganas de comérsela, pero a ello no se atrevió porque había algunos leñadores. Preguntola a dónde iba, y la pobre niña, que no sabía fuese peligroso detenerse para dar oídos al lobo, le dijo:
-Voy a ver a mi abuela y a llevarle esta torta con un tarrito de manteca que le envía mi madre.
-¿Vive muy lejos? -Preguntole el lobo.
-Sí, -contestole Caperucita roja- a la otra parte del molino que veis ahí; en la primera casa de la aldea.
-Pues entonces, añadió el lobo, yo también quiero visitarla. Iré a su casa por este camino y tú por aquel, a ver cual de los dos llega antes.
El lobo echó a correr tanto como pudo, tomando el camino más corto, y la niña fuese por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr detrás de las mariposas y en hacer ramilletes con las florecillas que hallaba a su paso.
Poco tardó el lobo en llegar a la casa de la abuela. Llamó: ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
-Soy vuestra nieta, Caperucita roja -dijo el lobo imitando la voz de la niña. Os traigo una torta y un tarrito de manteca que mi madre os envía.
La buena de la abuela, que estaba en cama porque se sentía indispuesta, contestó gritando:
-Tira del cordel y se abrirá el cancel.
Así lo hizo el lobo y la puerta se abrió. Arrojose encima de la vieja y la devoró en un abrir y cerrar de ojos, pues hacía más de tres días que no había comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, esperando a Caperucita roja, la que algún tiempo después llamó a la puerta: ¡pam! ¡pam!
-¿Quién va?
Caperucita roja, que oyó la ronca voz del lobo, tuvo miedo al principio, pero creyendo que su abuela estaba constipada, contestó:
-Soy yo, vuestra nieta, Caperucita roja, que os trae una torta y un tarrito de manteca que os envía mi madre.
El lobo gritó procurando endulzar la voz:
-Tira del cordel y se abrirá el cancel.
Caperucita roja tiró del cordel y la puerta se abrió. Al verla entrar, el lobo le dijo, ocultándose debajo de la manta:
-Deja la torta y el tarrito de manteca encima de la artesa y vente a acostar conmigo.
Caperucita roja lo hizo, se desnudó y se metió en la cama. Grande fue su sorpresa al aspecto de su abuela sin vestidos, y le dijo:
-Abuelita, tenéis los brazos muy largos.
-Así te abrazaré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis las piernas muy largas.
-Así correré más, hija mía.
-Abuelita, tenéis las orejas muy grandes.
-Así te oiré mejor, hija mía.
-Abuelita, tenéis los ojos muy grandes.
-Así te veré mejor, hija mía.
Abuelita, tenéis los dientes muy grandes.
-Así comeré mejor, hija mía.
Y al decir estas palabras, el malvado lobo arrojose sobre Caperucita roja y se la comió.

Moraleja
La niña bonita,
la que no lo sea,
que a todas alcanza
esta moraleja,
mucho miedo, mucho,
al lobo le tenga,
que a veces es joven
de buena presencia,
de palabras dulces,
de grandes promesas,
tan pronto olvidadas
como fueron hechas.



4 comentarios:

  1. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.

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  2. Sin embargo, y aunque me preocupan las niñas a las que se les enseña a ser Caperucitas, también me preocupan los hombres que aprenden a ser lobos. Eso si, creo que al que habría que encerrar es al lobo, no a todas las caperucitas

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    1. Efectivamente Esperanza, es que las niñas no son las únicas en sacar una moraleja de la prohibición de ponerse minifalda. ¿Qué moraleja sacan los niños? ¿Qué pueden meterse con una niña que lleva minifalda? Ya lo dicen la ley: ella se lo ha buscado; o ¿Que ellos no son dueños de sus instintos? Es lo de siempre, "boys will be boys", y con esa excusa todo lo que haga un niño vale. Por eso digo, que para cuándo educar en igualdad.

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  3. Yo tengo 43 años, y puedo asegurar que he visto con mis propios ojos como la educación ha ido cambiando, no se si a pasos agigantados, pero desde luego que se ha avanzado y mucho. Quizás quede todavía mucho camino por recorrer, pero "Para cuando educar en igualdad" .. para hace ya algunas décadas... :-)

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