Es
interesante comprobar cómo desde el siglo XVII hasta hoy hay cosas
que apenas han cambiado:
Año
1697: Charles Perrault publica un libro de cuentos recogidos de la
tradición oral, “Cuentos de mamá ganso”, en el que incluye el
de Caperucita Roja. Aunque a nuestros días han llegado versiones más
edulcoradas, la moraleja ha permanecido intacta:
“La
niña bonita,
/ la que no lo sea,
/ que a todas alcanza
/ esta
moraleja,
/ mucho miedo, / mucho,
/ al lobo le tenga,”
Año
2012: en un colegio francés prohiben a las niñas ponerse minifalda
para protegerlas de (los insultos de) los niños. Metiendo miedo,
para variar: algo malo te puede pasar si vas por ahí provocando, da
igual que sea con una caperuza roja que con una minifalda.
Después
de más de tres siglos ya hemos comprobado que la estrategia
de meter miedo a las niñas no funciona, ¿probamos con otra? ¿Qué
tal educar en igualdad, por ejemplo?
*
* * * *
Os
copio aquí, para vuestro deleite, el cuento de Charles Perrault, sacado de dominiopublico.es. El link es un fichero con
el libro “Cuentos de mamá ganso” que incluye “La cenicienta”,
“La bella durmiente” o “Barba Azul”, entre otros. Por cierto,
el gabinete lleno de sangre y de mujeres asesinadas de Barba Azul es
terrorífico. Recuerdo que cuando era pequeña tenía un libro de
cuentos con dibujos de colores pastel... como si los colores pastel
hicieran que una habitación llena de cadáveres no fuera para tanto.
Caperucita
roja de C. Perrault
En
tiempo del rey que rabió, vivía en una aldea una niña, la más
linda de las aldeanas, tanto que loca de
gozo estaba su madre y más
aún su abuela, quien le había hecho una caperuza roja; y tan bien
le estaba
que por caperucita roja conocíanla todos. Un día su
madre hizo tortas y le dijo:
-Irás
á casa de la abuela a informarte de su salud, pues me han dicho que
está enferma. Llévale una torta y
este tarrito lleno de manteca.
Caperucita
roja salió enseguida en dirección a la casa de su abuela, que vivía
en otra aldea. Al pasar por
un bosque encontró al compadre lobo que
tuvo ganas de comérsela, pero a ello no se atrevió porque había
algunos leñadores. Preguntola a dónde iba, y la pobre niña, que no
sabía fuese peligroso detenerse para
dar oídos al lobo, le dijo:
-Voy
a ver a mi abuela y a llevarle esta torta con un tarrito de manteca
que le envía mi madre.
-¿Vive
muy lejos? -Preguntole el lobo.
-Sí,
-contestole Caperucita roja- a la otra parte del molino que veis ahí;
en la primera casa de la aldea.
-Pues
entonces, añadió el lobo, yo también quiero visitarla. Iré a su
casa por este camino y tú por aquel, a
ver cual de los dos llega
antes.
El
lobo echó a correr tanto como pudo, tomando el camino más corto, y
la niña fuese por el más largo
entreteniéndose en coger
avellanas, en correr detrás de las mariposas y en hacer ramilletes
con las
florecillas que hallaba a su paso.
Poco
tardó el lobo en llegar a la casa de la abuela. Llamó: ¡pam!
¡pam!
-¿Quién
va?
-Soy
vuestra nieta, Caperucita roja -dijo el lobo imitando la voz de la
niña. Os traigo una torta y un tarrito
de manteca que mi madre os
envía.
La
buena de la abuela, que estaba en cama porque se sentía indispuesta,
contestó gritando:
-Tira
del cordel y se abrirá el cancel.
Así
lo hizo el lobo y la puerta se abrió. Arrojose encima de la vieja y
la devoró en un abrir y cerrar de
ojos, pues hacía más de tres
días que no había comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse
en la cama
de la abuela, esperando a Caperucita roja, la que algún
tiempo después llamó a la puerta: ¡pam! ¡pam!
-¿Quién
va?
Caperucita
roja, que oyó la ronca voz del lobo, tuvo miedo al principio, pero
creyendo que su abuela
estaba constipada, contestó:
-Soy
yo, vuestra nieta, Caperucita roja, que os trae una torta y un
tarrito de manteca que os envía mi
madre.
El
lobo gritó procurando endulzar la voz:
-Tira
del cordel y se abrirá el cancel.
Caperucita
roja tiró del cordel y la puerta se abrió. Al verla entrar, el lobo
le dijo, ocultándose debajo de
la manta:
-Deja
la torta y el tarrito de manteca encima de la artesa y vente a
acostar conmigo.
Caperucita
roja lo hizo, se desnudó y se metió en la cama. Grande fue su
sorpresa al aspecto de su abuela
sin vestidos, y le dijo:
-Abuelita,
tenéis los brazos muy largos.
-Así
te abrazaré mejor, hija mía.
-Abuelita,
tenéis las piernas muy largas.
-Así
correré más, hija mía.
-Abuelita,
tenéis las orejas muy grandes.
-Así
te oiré mejor, hija mía.
-Abuelita,
tenéis los ojos muy grandes.
-Así
te veré mejor, hija mía.
Abuelita,
tenéis los dientes muy grandes.
-Así
comeré mejor, hija mía.
Y
al decir estas palabras, el malvado lobo arrojose sobre Caperucita
roja y se la comió.
Moraleja
La
niña bonita,
la
que no lo sea,
que
a todas alcanza
esta
moraleja,
mucho
miedo, mucho,
al
lobo le tenga,
que
a veces es joven
de
buena presencia,
de
palabras dulces,
de
grandes promesas,
tan
pronto olvidadas
como
fueron hechas.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
ResponderEliminarSin embargo, y aunque me preocupan las niñas a las que se les enseña a ser Caperucitas, también me preocupan los hombres que aprenden a ser lobos. Eso si, creo que al que habría que encerrar es al lobo, no a todas las caperucitas
ResponderEliminarEfectivamente Esperanza, es que las niñas no son las únicas en sacar una moraleja de la prohibición de ponerse minifalda. ¿Qué moraleja sacan los niños? ¿Qué pueden meterse con una niña que lleva minifalda? Ya lo dicen la ley: ella se lo ha buscado; o ¿Que ellos no son dueños de sus instintos? Es lo de siempre, "boys will be boys", y con esa excusa todo lo que haga un niño vale. Por eso digo, que para cuándo educar en igualdad.
EliminarYo tengo 43 años, y puedo asegurar que he visto con mis propios ojos como la educación ha ido cambiando, no se si a pasos agigantados, pero desde luego que se ha avanzado y mucho. Quizás quede todavía mucho camino por recorrer, pero "Para cuando educar en igualdad" .. para hace ya algunas décadas... :-)
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